En un artículo anterior vimos los modelos urbanos de Robert Owen y Charles Fourier que pretendían solucionar los problemas de la ciudad industrial del siglo XIX. El inglés y el francés no fueron los únicos en proponer nuevos sistemas de agrupación basados en el socialismo y el comunismo. En este artículo, vamos a dar un paseo por… nuevas propuestas utópicas en línea con el pensamiento socialista.
ÉTIENNE CABET Y SU VIAJE POR ICARIA
El francés Étienne Cabet realizó su propia propuesta utópica, proponiendo un mundo comunitario en el que desaparece por completo la propiedad privada. Su postura política le llevó a exiliarse a Inglaterra, donde estudió en profundidad el pensamiento de Robert Owen y Tomás Moro, el cual iba a influir notablemente en su obra. Cabet, con su ideario ya maduro fundó varias colonias icarianas en Estados Unidos, las cuales fracasaron en su totalidad, pese a intentarlo durante 10 años.
No obstante, su obra escrita sí influyó notablemente gracias a “Viaje por Icaria”, novela publicada en 1842 en la que describe una utopía comunista que supera cualquier forma de capitalismo. En el Libro I de la novela, Cabet describe la apariencia formal de Icaria, capital del país. Ésta presenta una configuración prácticamente circular y está dividida por el curso de un río en dos partes casi iguales. En el centro de la ciudad, este río se bifurca en dos brazos que posteriormente se vuelven a unir, generando una isla en medio del entramado urbano. En esta isla, se sitúa la plaza central que contiene un palacio y jardines, y alrededor de ella, dispone una serie de plazas de menor tamaño que ayudan a organizar el espacio urbano. Sin duda, Cabet es heredero de la ciudad Utopía de Tomás Moro que tanto admiraba y que vemos en la imagen siguiente.

Las calles de Icaria se organizan en damero, existiendo cincuenta paralelas al río y otras cincuenta perpendiculares. Estas vías unen las distintas plazas que van ordenándose regularmente dentro del entramado ortogonal. Todas las calles son anchas, rectas, limpias y ordenadas, y se flanquean con pórticos columnados que protegen a los viandantes de las inclemencias meteorológicas. Cada cierto número calles se intercala un canal. El diseño circular ha sido una constante en el trazado de las ciudades ideales a lo largo de la historia, y el entramado ortogonal se ha asociado con el orden y el concepto de civitas. Cabet hereda formalmente estos elementos que tan presentes estuvieron en la ciudad ideal renacentista y que tanta influencia han ejercido en los modelos urbanos ideales posteriores.

Durante el texto, el teórico francés confronta continuamente las bondades de la Icaria comunista, frente a la defectuosa y degenerada Francia. No obstante, en varias ocasiones se sirve de París como modelo arquitectónico para el diseño de diferentes elementos urbanos. Sin ir más lejos, Cabet propone que la vía principal de Icaria sea similar a la avenida de los Campos Elíseos, presentando una gran anchura y una leve inclinación. Esta vía principal quedaría flanqueada por árboles y opulentos palacios, al igual que sucede con la avenida parisina. Igualmente, recurre de nuevo a París como modelo para las vías secundarias, las cuales son homólogas a los boulevares arbolados de la capital francesa.

Sin embargo, más allá de las similitudes estilísticas, Cabet insiste en el carácter público de todas las calles, parques y plazas de la ciudad, incluyendo los jardines que todas las viviendas tienen en su parte trasera. Estos vergeles domésticos quedan abiertos entre sí y están destinados al disfrute de todos los ciudadanos. En este punto, resalta las bondades de los mismos frente al jardín londinense de carácter más privado y elitista.

Por otro lado, los edificios públicos se distribuyen uniformemente por los diversos barrios de la ciudad, mientras que los almacenes, caballerizas, hospitales, cementerios, fábricas y otros usos que pueden generar disturbio ambiental se ubican en la zona periférica, en parajes ventilados, cerca de agua corriente o en el campo. Es curioso, cómo Cabet se ocupa de los más pequeños detalles que afectan a la salubridad urbana, proponiendo soluciones a la recogida de basura, al saneamiento y a la limpieza de calles diaria. Además, señala los materiales más adecuados para proporcionar una gran durabilidad y una cómoda limpieza.
Así mismo, todas las vías públicas de Icaria cuentan con aceras cubiertas acristaladas que protegen de las precipitaciones a la vez que permiten pasar la luz. Las calles en las que se ubican almacenes comerciales se cubren totalmente con cristaleras transparentes móviles que permiten ventilar el espacio interior. Por la noche estas calles estarían perfectamente iluminadas. En este punto, vemos cómo el francés se muestra nuevamente influenciado por la arquitectura decimonónica francesa que puso de moda estas galerías acristaladas. Aprovechando los beneficios del hierro, se generaron estructuras livianas que permitían pasear a cubierto sin renunciar a la luz. Galleries Vivienne construida en París en 1823, o Burlington Arcade construida en Londres en 1819, fueron algunos de los primeros ejemplos de esta tipología arquitectónica que rápidamente se fue extendiendo por toda Europa. Medio siglo después, los pasajes acristalados seguían en auge con ejemplos tan emblemáticos como las Galerías de Victorio Enmanuele II en Milán o las Galerías de San Hubert en Bruselas.

Cabet propone de esta manera que la ciudad pueda recorrerse de tres formas diferentes. En ómnibus si se tiene prisa, a través de los jardines cuando hace buen tiempo y bajo los pórticos acristalados cuando llueve o nieva, prescindiendo del uso de parasoles o paraguas.
En cuanto al ornato de los edificios, el francés propone una Icaria plenamente ecléctica, en la que los diferentes barrios y calles de la ciudad se engalanan con los estilos más representativos de cada país y cultura. Con ello, pretende que el icariano se halle en Roma, Egipto, India, Londres, París… para generar un compendio del universo terrestre. Se nos presenta una estampa digna de la obra contemporánea de Thomas Cole, en la que un arquitecto sueña con la una ciudad ideal que contiene todos los géneros y estilos.

Dentro de las diferentes tipologías arquitectónicas, se detiene considerablemente en la descripción de la unidad residencial, la cual le ocupa un capítulo entero. Cada casa se compone de planta semisótano, planta baja y cuatro plantas alzadas con un jardín trasero en el que se incluye un almacén y un pequeño corral. La planta semisótano está destinada a alojar la carbonera, las bodegas y la leñera. La instalación de algunos ingenios permite subir todos los suministros a la cocina cómodamente. En la planta baja se ubican el comedor, la cocina, la biblioteca, un gabinete de baños y un taller para los hombres y otro para las mujeres. En planta primera se ubicaría el gran salón de música, mientras que en el resto de plantas se situarían los dormitorios y otras estancias. Las azoteas serían visitables para aprovecharlas como grandes espacios al aire libre en las temporadas de buen tiempo. Aunque el programa es el mismo, existen tres tamaños diferentes según el ancho de fachada, destinándose la más pequeña a familias de 12 personas, la mediana a familias de 25 personas y las más grandes a familias de 40 personas. Esto explica que de las cinco plantas, tres se destinen a unidades de descanso.

Cabet, además se preocupa de la sostenibilidad de las viviendas icarianas, estableciendo un sistema de recogida de las aguas pluviales en una gran cisterna. Dichas aguas pueden ser posteriormente reutilizadas en el riego del jardín economizando agua. También propone el almacenamiento de los residuos del hogar para su reutilización como abono en el jardín, favoreciendo nuevamente la sostenibilidad. Además, dispone una serie de aberturas en los cerramientos que se abren y se cierran y permiten adecuar el ambiente higrotérmicamente. Los materiales de las viviendas presentan resistencia al fuego para prevenir los desastres de los incendios, a la par que son fácilmente lavables para facilitar la limpieza del hogar. El amueblamiento y equipamiento es igual en todas las viviendas, y es descrito minuciosamente en el siguiente capítulo, dando numerosos detalles sobre la forma y función de todos los elementos que lo componen.
En cuanto a la organización social de Icaria, Cabet defiende una sociedad basada en la igualdad más perfecta. Todos los ciudadanos son iguales en derechos y deberes y participan igualmente de las cargas y los beneficios de tal asociación. Todos los bienes de la ciudad componen un único capital social, desapareciendo por lo tanto cualquier forma de propiedad privada.

Pese al éxito de la novela, las colonias que instauró el francés en Norteamérica se alejaron mucho de las ambiciones urbanísticas y arquitectónicas que proponía para Icaria, y todas ellas fracasaron por conflictos sociales entre los propios icarianos que componían las diferentes agrupaciones.