Existe un particular estilo pictórico en Tanzania que destaca por su alegre y vibrante colorido. Esta forma específica de arte responde a la creatividad de Edward Saidi Tingatinga, que comenzó a pintar fauna y flora autóctona en composiciones sencillas y estereotipadas. El artista tanzano generó una escuela de pintura que hoy en día sigue operando.
En este artículo de mirar… vamos a zambullirnos en el origen del arte tingatinga para, a continuación, analizar su evolución hasta nuestros días.
EL ORIGEN
En 1957, Edward Saidi Tingatinga, dejó su pueblo natal, ubicado al sur de Tanzania, buscando un mejor porvenir. A los tres años de su partida se asentó en Dar el Salaam, la entonces capital del país, y compaginó diferentes trabajos con su faceta artística y creadora.
Al comienzo Tingatinga dedicó su tiempo libre al diseño de piezas artesanales como cestas, manteles o sábanas. La decoración pictórica aplicada a estos objetos se prefigura como el germen de su posterior carrera gráfica. Esta labor artesana iba a ser compaginada con otras experiencias artísticas como músico del tradicional Makonde.

En 1968, el artista tanzano se iba a imbuir de lleno en la pintura. Con medios mínimos, tableros Masonite y pintura para bicicletas, comenzó a pintar cuadros de vibrante colorido y sencillas composiciones. El éxito reportado por su obra le permitió dedicarse a tiempo completo en la pintura, siendo la Compañía Nacional de Arte uno de sus mejores clientes.
LA FUNDACIÓN DE UNA ESCUELA Y LA DIFUSIÓN DE UN ESTILO
La popularidad adquirida por Edward Saidi con sus pinturas le permitió acoger una serie de aprendices, la mayor parte de ellos familiares suyos, y ampliar el negocio. K. H. Tedo, S. G. Mpata, A. A. Mtalia, M. M. Adeusi, O. A. Amonde, J. J. Linda y A. M. Mmatambwe serán los integrantes de una primera generación, cuya obra ofrece una clara continuidad con las composiciones y temáticas del maestro.

Las pinturas realizadas durante este primer período, muestran composiciones sencillas, con pocos elementos que destacan sobre fondos neutros o ligeramente degradados. Los colores se presentan en manchas planas para conformar figuras bidimensionales que interactúan con el espectador gracias a, la potencia del vibrante colorido y al vigor del dibujo delineado. Destaca también la aplicación de la pintura en pequeños trazos de líneas o puntos para generar diferentes texturas.
Como soporte emplearon tableros de Masonite cortados en dimensiones aproximadas a los dos sesenta centímetros de lado. Este tamaño favorecía la venta de las obras a los turistas, ya que podían transportar los cuadros cómodamente en el avión. Por otro lado, este tipo de tablero se compone de una cara rugosa y otra lisa, siendo esta última la empleada para la aplicación de la pintura, puesto que posibilitaba un acabado más brillante.

Como pintura emplearon inicialmente esmaltes, cuya composición a base de aceites permitían obtener colores muy brillantes. En contraposición, el secado requería de un mayor número de horas. Para lograr acabados más finos, disolvían la pintura en diluyente o queroseno antes de pintar. El óleo también fue empleado con premura y asiduidad.
La temática principal será la representación de la fauna regional de una forma estereotipada, presentando animales en solitario o en pequeños grupos. Las aves tienen un gran peso en las composiciones, quizás por las posibilidades que ofrecen en el empleo del color. La flora también se representa acompañando la figura de algún animal o como elemento principal de la composición.

Otro tema menos habitual, pero también recurrente, es la representación de escenas de la vida cotidiana. Pescadores mientras faenan o poblados con sus habitantes en el desarrollo de alguna actividad son composiciones habituales que permiten mostrar experiencias propias de la infancia de estos artistas en sus poblados del sur de Tanzania.

La desgraciada y repentina muerte de E. S. Tingatinga no puso fin a la escuela, continuando sus alumnos con la ejecución y difusión de este estilo pictórico. Una división de opiniones internas provocó la salida del grupo del hermano menor de E. S. Tingatinga. S. G. Mpata, consideraba que la escuela debía ser fiel a las prácticas de su fundador y no quería aceptar nuevos aprendices que se alejaran o violaran su estilo. Su postura fue firme frente a otras más abiertas al cambio, y abandonó el grupo para pintar en solitario en Nairobi, Kenia. La escuela continuó por otro camino.

LA NUEVA SOCIEDAD Y SUS CAMBIOS ESTILÍSTICOS
La escuela del fallecido Tingatinga iba creciendo poco a poco, sin embargo, las dificultades económicas eran latentes. En 1989, los 20 artistas que la conformaban se establecieron como sociedad, con el objetivo de mejorar su situación laboral. Había nacido la Tingatinga Partnership Society. ONGs y mecenas del arte apoyaron financieramente a la nueva sociedad para la construcción de un edificio permanente en el que pintar y almacenar las obras. Al cabo de un año, la compañía se transformó en la Tingatinga Arts Co-operative Society, sociedad que sigue operando hoy en día. La inevitable evolución cultural, social y económica conllevó una serie de cambios estilísticos en el desarrollo de su arte.

En el aspecto cultural, debemos entender que el creciente número de alumnos que se adhirió a la escuela provocó inevitables transformaciones de estilo. La coexistencia de aprendices de todos los rincones del país, favoreció la hermandad de diversos contextos culturales y tradiciones cuyas expresiones artísticas presentaban ciertas singularidades. Más allá de las aportaciones personales de cada artista, los cambios estilísticos más tempranos derivaron de las exigencias de la clientela europea, principal adquirente de este tipo de obras. El mecenazgo alemán, cliente sustancial de finales de los años ochenta, gustaba de ver representadas escenas de las reservas de caza africanas. Para satisfacer esta demanda, la presentación de un único animal dio paso a composiciones más ricas en las que varios animales interactúan entre sí. De la misma forma, el gusto europeo por la veracidad en la representación pictórica, afectó al formalismo de la figuración animal, abandonando los primeros estereotipos en favor de modelos más realistas.

La técnica pictórica también evolucionó, aunque la base seguía siendo la misma. La mancha de vibrante color sólido continúa como protagonista, aunque en ocasiones se introduce el degradado y la línea de contorno pierde fuerza. La paleta del artista se enriquece gracias a la mezcla de colores, y se introduce el lienzo como soporte. El cambio de soporte vino condicionado de nuevo por razones clientelares, ya que era mucho más cómodo para el turista transportar en el avión lienzos enrollados que pequeños tableros de madera rígidos. La técnica más habitual para la preparación del soporte comenzaba con la aplicación de una base de papilla de trigo. A continuación, el artista extendía una capa de óxido rojo que posteriormente alisaba mediante lija. Finalmente, volvía a repetir la operación, extendiendo una segunda capa de óxido rojo lijada. Por desgracia, la climatología europea afectaba a la base de papilla de trigo, craquelando y agrietando las pinturas. En consecuencia, este método fue abandonado.
La temática del arte tingatinga también se vio expuesta a ciertos cambios. La flora y fauna seguirá siendo el tema principal de este arte, representándose animales en solitario, en pequeños grupos o en grandes comunidades. La composición de obras con numerosas figuras favoreció la introducción del paisajismo, con un gran protagonista, el monte Kilimanjaro. Se abandona el estereotipo animalístico para generar un nuevo estereotipo, el de Tanzania, donde un gran telón de fondo acoge la fauna tanzana.

La temática sobre escenas de la vida cotidiana presentará una evolución similar a la temática animalística. Las composiciones de la primera generación de artistas tingatinga, conformadas por pocos individuos, evolucionan a otras en las que se observa un mayor número de participantes. Ello dio pie, a su vez, para que en una misma composición se pudieran presentar secuencias y acciones diferentes. Las representaciones de escenas médicas van a tener un peso importante. Además, se introducen temas que reflejan algunas de las preocupaciones de la sociedad tanzana, como la persecución de los albinos, la batalla contra el VIH/SIDA, y más recientemente el impacto del COVID-19, entre otros.

A finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, países asiáticos como Japón y China se configuraron como clientes habituales de este tipo de arte. Sin embargo, a diferencia de las inclinaciones europeas, el comprador asiático gustaba de composiciones abigarradas en las que se representaran escenas de la vida cotidiana con personas, animales, automóviles, construcciones… La ciudad comienza a aparecer como telón de fondo en composiciones recargadas en las que las figuras y objetos se superponen unos a otros.

En los últimos años, se han ido introduciendo cambios temáticos y estilísticos más diversos que ponen de manifiesto que el arte Tingatinga sigue estando hoy en día muy vivo. Las continuas innovaciones aseguran la pervivencia de esta tradición artística, por lo que, ya solo nos queda esperar y ver qué nos ofrecerá en el futuro.