Dentro de la amalgama de ciudades-estado de la península itálica del siglo XV, existieron poderosos señores que sirvieron de mecenas de algunos de los más importantes artistas del momento. Ese es el caso de Francesco I Sforza, que contrató los servicios de Antonio Averlino, Il Filarete, para una serie de empresas arquitectónicas cuya finalidad era la exaltación y legitimación del poder del Duque de Milán.
A lo largo de este artículo de qué curioso… vamos a averiguar cómo obtuvo el poder el famoso condottiero, y de qué forma empleó los servicios del prestigioso arquitecto. Esta alianza se convirtió en uno de los binomios mecenas-artista más estable del Renacimiento.
MILÁN, CIUDAD DE GUERRA Y ARTE EN LA ITALIA DEL SIGLO XV
La península italiana en el SXV no presentaba ni mucho menos la unicidad política de la que goza hoy en día. En tiempos de Francesco I se encontraba dividida por ciudades –estado convertidas en verdaderos estados principescos. Además, en el centro del país se ubicaban los estados pontificios, en el noreste la República de Venecia como nexo de unión con Oriente, y en el sur, el Gobierno Español. Ninguna de estas entidades políticas logró imponerse con rotundidad, por lo que la diplomacia y el arte de la guerra fueron dos bazas fundamentales que los príncipes italianos manejaron a la perfección.

En medio de este panorama, al norte del país se situaba el Ducado de Milán. Ampliamente deseado por su posición estratégica, el ducado se convirtió en territorio de invasiones y guerras.
EL ASCENSO AL PODER DE FRANCESO I SFORZA
En 1412, Gian Galeazzo Visconti, Duque de Milán, es asesinado. Su hermano Filippo María hereda el ducado, delegando parte del gobierno en su condottiero Francesco Sforza. El matrimonio de el condottiero con Bianca María Visconti, hija del Duque, fue la operación más astuta que pudo realizar para legitimar su acceso al poder y garantizar la herencia del Ducado a su descendencia. Pero la muerte imprevista de Filippo María antes de la existencia de un heredero, complicó la situación. La población milanesa proclamó la República aprovechando que el condottiero se encontraba fuera de la ciudad y provocando la inevitable guerra. Con su experiencia bélica y gracias a la inacción de la República de Venecia y Florencia, Francesco logra imponerse con facilidad, proclamándose Duque de Milán.

El duque comenzó rápidamente a reforzar el poder de la familia Sforza, asegurando a sus familiares cargos importantes o matrimonios convenientes. El camino estaba iniciado, el condottiero había fundado la potente dinastía de los Sforza, gobernando hasta su muerte en 1466.
CONSOLIDACIÓN DEL PODER DE FRANCESO I SFORZA
Tras acceder al poder gracias a las armas y a una alianza matrimonial, era el momento de emplear las artes y las letras para legitimar y mantener su posición como Duque de Milán. No es de extrañar que Maquiavelo propusiese en repetidas ocasiones a Francesco I como modelo de gobernante en su obra “El príncipe”.

Para lograr dicha legitimación, Francesco I Sforza se rodeó de algunos de los más importantes artistas del momento. Arquitectos, pintores, humanistas… fueron contratados con el fin de exaltar la figura del famoso condottiero y legitimar su poder como señor del Ducado de Milán. A cambio, los artistas ganaban en prestigio y reconocimiento, pudiendo algunos de ellos incluso ennoblecerse, en un momento en el que el debate entre las artes liberales y artesanales llegaba a su clímax.
Dentro de los artistas que trabajaron para Francesco I destaca uno singularmente, Antonio Averlino, también llamado Il Filarete. El arquitecto, de origen seguramente florentino, fue reclamado en la corte milanesa por consejo de Cosimo de Medici, siendo ya un artista reconocido. Averlino no lo duda y acude al Ducado de Milán a prestar sus servicios, comenzando una fructífera relación artista-mecenas.
RECONSTRUCCIÓN DEL CASTILLO SFORZESCO
La primera promoción arquitectónica en la que Francesco I dedicó sus esfuerzos fue la reconstrucción del Castillo de los Visconti, Sforzesco a partir de entonces. El castillo había sido objeto de múltiples daños por parte de las tropas de la República, las cuales veían en él la tiranía y opresión de los señores, por lo que lo demolieron parcialmente y desmontaron sus defensas.
El Duque pretendía convertir el castillo en la piedra angular del sistema defensivo de la ciudad, renovando el poder político y afirmándose como nuevo señor del Ducado. El astuto condottiero logró convencer a los ciudadanos de la necesidad de reconstrucción del castillo, pese a que al finalizar la guerra había firmado un compromiso de no intervención. Para ello, argumentó motivos de seguridad ciudadana que le permitieron iniciar la empresa. Aunque inicialmente pretendió dar una imagen más palaciega a la fachada principal, una vez consolidado su poder, cegó las ventanas garantizando la seguridad del castillo.

Otras actuaciones consistieron en el aumento del espesor de las murallas para mejorar su estabilidad y resistir el ataque de proyectiles, la remodelación de los torreones dejándolos más bajos y redondos, el añadido de un paseo de ronda para la defensa y la apertura de huecos para insertar aparatos defensivos. En las torres circulares, Francesco esculpió el escudo de la familia Visconti con sus iniciales. Mediante este gesto, tremendamente calculado, pretende posicionarse como legítimo heredero del legado de los Visconti.

En esta primera etapa trabajaron expertos en arquitectura militar. Sin embargo, en 1452 el Duque decide llamar a Antonio Averlino para un trabajo arquitectónicamente más sofisticado, el cual cambiaría la apariencia del castillo. Il Filarete se dispone a diseñar la torre que se iba a ubicar en el centro de la fachada principal. Con ella pretendía amortiguar el aspecto excesivamente militar que el castillo iba asumiendo. El arquitecto se inspiró en la torre del Castillo de Cusago, y aunque inicialmente debía de presentar la misma altura que los muros, finalmente se elevó un poco más que las torretas redondas dándole una mayor relevancia y creando una alzado más estilizado.

Los trabajos en el castillo fueron continuados con posterioridad al gobierno de Francesco I Sforza, remontándose las últimas intervenciones de restauración a principios del SXX, momento en el que Luca Beltrami actúa sobre la Torre del Filarete.
IL OSPEDALE MAGGIORE
Tras actuar sobre el castillo, el edificio más representativo del poder político, el Duque decide realizar una empresa civil que le permita ganarse el favor de la población milanesa. Francesco I encarga a Antonio Averlino el proyecto de un hospital benéfico, el Ospedale Maggiore, el cual iba a sustituir a los múltiples y en muchas ocasiones deficientes hospitales que se encontraban dispersos por la ciudad. Mediante esta hábil maniobra conseguía mejorar las prestaciones sanitarias del ducado, a la vez que promocionaba su persona, creando una imagen de generoso mecenas que trabaja en aras de la población.

La construcción comienza en 1456, cediendo el Duque el terreno para su edificación. Il Filarete proyecta un gran paralelepípedo en el que se insertan dos unidades sanitarias diferenciadas por sexos. Cada una de estas unidades en forma de cruz dispone a su vez de cuatro patios porticados similares a los claustros conventuales. Entre las dos unidades existe un gran patio central en cuyo centro se ubicaba la capilla. A su vez, en el centro de cada una de las crucerías se dispuso un pequeño altar, desde el cual se podía dar misa para aquellos enfermos que no podían moverse. El complejo se define por la tanto por una doble centralidad, la capilla en el centro de la edificación y los altares en el centro de las crucerías. La planta del hospital es ampliamente descrita en su Tratado de Arquitectura.

En cuanto a la funcionalidad, debemos mencionar que Antonio se preocupó no solamente de dotar al edificio de una planta acorde a los gustos renacentistas, sino que cuidó que el edificio presentara las últimas mejoras higiénicas. Así, los pacientes se separaban en diferentes espacios según su patología y se puso especial cuidado en el diseño de una óptima ventilación.
Cuando Filarete abandona Milán en 1465, el edificio no se encuentra terminado todavía, continuando los trabajos Guiniforte Solari y Giovanni Antonio Amadeo. Estos últimos realizaron numerosas modificaciones sobre el proyecto de Averlino para adecuarlo a los gustos tardogóticos lombardos de la ciudad, incluyendo por ejemplo las ventanas geminadas ojivales de la fachada principal. Del diseño de Filarete en esta fachada, únicamente resta la arcada diestra, cuya factura se diferencia claramente. Sin embargo, estas modificaciones no afectaron al trabajo teórico del arquitecto, cuyo modelo de hospital influyó notablemente en esta tipología arquitectónica, permitiendo la consecución de espacios más ordenados y salubres.

IL DUOMO DI BERGAMO
A Francesco I se le presenta la posibilidad de promover una obra religiosa en territorio vecino al Ducado. No lo duda e interviene, ofreciendo al obispo Giovanni Barozzi los servicios de su arquitecto protegido y colaborando en su construcción.
De esta forma, Averlino comienza a trabajar en los diseños del Duomo di Bergamo. El arquitecto genera una planta en forma de cruz latina con una única nave con tres capillas semicirculares a cada lado. El transepto es poco pronunciado y recto, permitiendo esta solución desarrollar una cúpula octogonal con linterna en la parte superior del alto tambor que potencia la percepción de altura. Para Filarete, la planta ideal de un edificio religioso era aquella de cruz latina, tanto es así que en su Tratado de Arquitectura, describe la catedral de Sforzinda, su ciudad ideal, haciendo hincapié en esta cuestión. En cuanto a la fachada, el arquitecto se alejó de la tradición gótica lombarda disponiendo un diseño renacentista.

En 1459 el Obispo Barozzi colocó la primera piedra de la nueva catedral, estando Il Filarete encargado de la dirección de los trabajos. El traslado del Obispo Barozzi y la muerte de Filarete en 1469 provocó que las obras se detuvieran por cerca de treinta años. Una vez finalizadas, la catedral presentaba un aspecto que poco tenía que ver con los diseños del Filarete.
PALAZZO BANCO MEDICEO
El mecenazgo de Francesco I permitió a Filarete acceder a otro importante encargo, el Palazzo Banco Mediceo de Milán. En 1455, Francesco I cede un solar a Cosimo de Medici para el alojamiento de la filial milanesa del Banco Medici. Mediante esta operación diplomática, el Duque consolida su amistad con la poderosa familia florentina, confirmando la solidez de una alianza en la que el dinero de los florentinos servía para impulsar el poder de los Sforza y la fuerza militar de los milaneses servía a los Medicis en caso de conflicto armado.
Debe entenderse que el aumento de los riesgos y el coste de la guerra hizo que los príncipes italianos buscaran la diplomacia como vía para lograr la estabilidad política. El año anterior a la cesión del solar, Francesco I y los señores de los reinos más importantes de talia, firmaron la Liga Itálica por iniciativa veneciana, un pacto de mutua colaboración y no agresión que se extendía por un período de 25 años. El Duque aprovechó esta situación para afianzar alianzas con sus vecinos y gozar de una mayor estabilidad para el enriquecimiento del Ducado.

Existe controversia con respecto a quién se encargó del diseño del palazzo. Algunos especialistas consideran que el trabajo lo realizó Michelozzo di Bartolomeo, aunque la mayor parte de investigadores afirman que la autoría recae sobre Antonio Averlino. La presencia de un diseño de la fachada del palazzo en el Tratado de Arquitectura de Il Filarete parece confirmar esta tendencia. En dicho alzado vemos la influencia de la arquitectura florentina en detrimento de la coetánea milanesa, presentando un basamento con portón monumental, una planta noble con ventanas con parteluz y una cornisa ricamente decorada all´Antica.

Gracias a este dibujo podemos hacernos una idea de la imagen que presentaba el edificio, ya que solamente ha sobrevivido hasta nuestros días la portada de acceso, la cual se conserva en el Museo de Arte Antica del Castillo Sforzesco. En las enjutas de la portada podemos ver dos medallones con el retrato de perfil de Francisco I Sforza y Bianca María Visconti. El resto del edificio fue demolido durante los trabajos urbanísticos del SXVIII que se realizaron alrededor del Teatro alla Scala.

Las empresas arquitectónicas del Filarete para Francesco I no se limitaron al área de influencia del ducado de Milán, realizando la restauración de la ca´ San Polo en Venecia con una clara estrategia diplomática por parte del Duque. No obstante, si por algo ha sido recordado Il Filarete es por el desarrollo de su Tratado de Arquitectura. No es de extrañar que dicho tratado fuera dedicado a Francesco I y que su ciudad ideal planteada, la Sforzinda, lleve el nombre de la dinastía que inauguró el bravo condottiero. Arte y poder unidos para consolidar la dinastía Sforza.