A finales del siglo XVII, se manufacturaron en México una serie de biombos en los que se representó Ciudad de México en dos momentos diferentes, durante su conquista y en su contemporaneidad. En este artículo, vamos a mirar… estas piezas destinadas a engalanar los salones palaciegos, buceando en su origen y analizando su contenido y características principales. Para finalizar, veremos cómo las élites criollas emplearon estos biombos como herramienta reivindicativa social y política.
ORIGEN DE LOS BIOMBOS NOVOSHISPANOS
Los biombos novohispanos son muebles plegables que protegen frente al viento y dividen los espacios interiores. Aquellos que se instalaban sobre tarimas en los salones de los palacios se denominaban “de estrado”. Estos objetos de lujo permitían a sus propietarios demostrar el prestigio social y familiar que ostentaban.
El origen de este tipo de mueble se encuentra en Asia, convirtiéndose Japón y China en sus principales productores. Los biombos llegan a México, transportados por el Galeón de Manila, el cual cruzaba el océano Pacífico dos veces al año. Desde el puerto de Acapulco se trasladaban a través de la Carrera de Indias a España, pasando por Ciudad de México, Veracruz y La Habana. Tras atravesar el océano Atlántico llegaban a Sevilla, desde donde un importante mercado los distribuía por toda Europa.

Tempranamente se comienzan a producir biombos autóctonamente, debido al enorme éxito que dichos muebles tuvieron entre la élite mexicana. De esta forma, se convirtió en un producto específicamente mexicano y se introdujeron nuevos temas, abandonando la preferencia paisajística de los biombos asiáticos.
LA CONQUISTA DE MÉXICO Y LA MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE MÉXICO
Existen cuatro biombos novohispanos compuestos de diez hojas que representan este tema, exhibiendo una vista de la Ciudad de México a finales del siglo XVII en el anverso y la conquista de la capital del Imperio Mexica en 1521 en el reverso. Tres de ellos se conservan actualmente en México, en el Museo Franz Mayer, en el Castillo de Chapultepec y en el Museo Soumaya. El cuarto se encuentra en España y pertenece a una colección privada.
Estos biombos combinan la pintura de vistas con la pintura histórica pretendiendo ensalzar la “urbs” y su “civitas”. El punto de vista empleado para representar la ciudad en el anverso y el reverso del biombo es el mismo, diferenciándose únicamente por el momento histórico que representan, así como por el carácter narrativo de la imagen del reverso. Ambas partes se complementan, aportando información diferente.
Los biombos no están pensados para observarse desde un único punto de vista, tal como sucede con los lienzos, sino que el observador tiene que rodear la pieza para poder apreciarla en su totalidad. Además, el hecho de que sus hojas se plieguen provoca que se generen múltiples vistas de la obra.
ANVERSO DEL BIOMBO
El anverso de los biombos presenta una vista corográfica de la ciudad desde un punto de vista alto, concretamente desde Chapultepec. Esta vista está manipulada ya que es imposible ver una zona tan extensa desde tan cerca. El artista, mediante esta alteración, conseguía engrandecer la ciudad y presentarla con proporciones más monumentales.

Pero no únicamente se manipuló la vista corográfica de la ciudad, sino que algunos de los edificios representados fueron alterados, manteniendo elementos antiguos o añadiendo algunos nuevos según los intereses que pudiera tener el comitente de la obra. Igualmente, observamos que no existe ninguna referencia a los problemas que sufría la ciudad por las constantes anegaciones debidas a su ubicación sobre una laguna. Este hecho responde al deseo de los comitentes de representar una ciudad perfectamente ordenada y urbanizada con un funcionamiento impecable.
La vista representa una “urbs” rectilínea, de calles amplias y bien trazadas, con espaciosas plazas arboladas y edificaciones de buena calidad. Entre el entramado destacan monumentos como el acueducto, la Alameda y el palacio virreinal entre otros. Pero sin duda alguna, los edificios que más abundan son las iglesias y conventos que se habían construido recientemente en la ciudad, sobresaliendo entre todos ellos la nueva catedral. Este hecho quiere constatar el nombramiento de Ciudad de México como capital de la cristiandad de la Nueva España, hecho que no habría sido posible sin la conquista militar previa por parte de Cortés que es representada en el reverso del biombo.

Llegados a este punto, debemos señalar que el biombo conservado en España en una colección privada, es el único de los cuatro, que inserta figuras dentro de la vista corográfica de la ciudad. Estas figuras son una fuente inagotable de información sobre las costumbres de la ciudad a finales del siglo XVII, permitiendo al espectador contemplar la “civitas”. De esta forma, el artista vincula la grandeza de los monumentos y el diseño urbano de la “urbs” con las virtudes en las costumbres de su ciudadanía “civitas”. No nos debe pasar desapercibido que el propio Hernán Cortés describió Tenochtitlán como una ciudad en policía, resaltando el carácter civilizado y ordenado de su población.
REVERSO DEL BIOMBO
En el reverso del biombo se representa una pintura histórica que versa sobre la conquista de la capital del Imperio Mexicali. Las imágenes de la conquista de Tenochtitlán se basan en distintas fuentes escritas, incluyendo las propias crónicas de Hernán Cortés. Los artistas muestran el acontecimiento mediante la implantación de distintos momentos decisivos o hitos de la misma. Así, la imagen se divide en once escenas diferentes que se corresponden a batallas concretas o hechos claves acaecidos en lugares concretos de la ciudad.

En la parte superior derecha se representa la llegada de Hernán Cortés, por la Calzada de Iztapalapa, a Ciudad de México, el cual es recibido por Moctezuma de forma pacífica. También se representan hitos fundamentales como el momento en el que Moctezuma es apresado y asesinado, la Noche Triste, la entrada de Cortés con bergantines y la toma definitiva de Tenochtitlan, entre otros.

Por otro lado, no deja de sorprender la manera en que los artistas han representado la arquitectura de la ciudad en el momento de la conquista. Podemos observar edificios ordenados, con finos trabajos de cantería, en ocasiones muy similares a las construcciones europeas con profuso empleo del arco, elemento constructivo no empleado por la cultura azteca. Mediante esta representación un tanto irreal y europeizada, los artistas y sus comitentes pretender reforzar la idea de policía de la ciudad conquistada, la cual junto a otros territorios como Flandes o Nápoles va a engrandecer el imperio de Carlos V.
LOS BIOMBOS COMO HERRAMIENTA CRIOLLA
Primeramente es conveniente aclarar qué se entendía en el siglo XVII por criollo. Inicialmente, el término criollo se empleó para designar a los esclavos recién llegados de África que trabajaban en el Caribe. En un momento indeterminado, el término pasó a definir a los encomenderos, hijos de los primeros conquistadores españoles nacidos en el Nuevo Mundo.
Pero además, el término criollo conllevaba una especificidad geográfica, asociando una ciudad o región a la persona. Así, se solía expresar como “criollo de Potosí”, “criollo de Cuzco”… Por lo tanto, estos hijos de conquistadores manifestaron una profunda lealtad a su ciudad que evolucionó en fuerte patriotismo. Esta connotación que se irá perdiendo en el siglo XVIII, es muy palpable en el momento de construcción de los biombos que nos ocupan.
La corona española tomando medidas proteccionistas hacia la población india suprimió las concesiones perpetuas de mano de obra y tributos indios, provocando fuertes pérdidas económicas a los criollos, herederos de estas prebendas otorgadas a los conquistadores. A este hecho se ha de sumar el descontento de la élite criolla por la inaccesibilidad a los puestos oficiales, laicos y religiosos, los cuales eran ocupados por españoles llegados de la Vieja España.
Esta insatisfacción provocada en los criollos, favoreció el uso de las manifestaciones artísticas como herramienta reivindicativa y legitimadora. Así, la narrativa histórica de los biombos sirve a los criollos para demostrar sus derechos como legítimos herederos de la Ciudad de México, actuando como memoria histórica. A finales del siglo XVII, los criollos se sienten con medios económicos y jurídicos suficientes para reclamar una mayor presencia en el gobierno de la Nueva España. Estas reivindicaciones, que no fueron adecuadamente atendidas por la corona, sirven de base para los procesos políticos y sociales que llevarán finalmente a la independencia de México.

Concluiremos señalando que los biombos novohispanos por su volumen de producción y variedad pueden considerarse como una de las manufacturas artísticas de México más importantes desde el último cuarto del siglo XVI. Dentro de ellas, los modelos que representaron la contemporánea Ciudad de México y la conquista de Tenochtitlán en el siglo XVI destacaron por su calidad artística y su importancia social. Una herramienta política de gran belleza, digna de admirarse desde todos sus puntos de vista.