Chicago fue la primera ciudad de Estados Unidos que desarrolló la edificación en altura gracias al empleo de nuevos sistemas estructurales, y a invenciones tecnológicas como el ascensor. Pero la ciudad que conocemos hoy en día no habría sido posible si no hubiera sucedido una hecatombe: el gran incendio de Chicago de 1871.
El fuego arrasó el centro de la ciudad, tras lo que sobrevino un boom constructivo sin precedentes y la creación de toda una escuela arquitectónica: la Escuela de Chicago. En este artículo de un paseo por… vamos a revivir el desastre del incendio, a analizar las posibilidades constructivas que el fuego ofreció, y a establecer las innovaciones técnicas que posibilitaron la edificación en altura. Finalmente nos centraremos en el pionero de la Escuela de Chicago, Willian Le Baron Jenney.
LA CATÁSTROFE EN FORMA DE INCENDIO
El 8 de Octubre de 1871, se originó un gran incendio en la ciudad de Chicago que produjo cuantiosas pérdidas personales y materiales. Tuvieron que transcurrir tres días para que el incendio fuera controlado y el panorama dejado tras el mismo fue asolador.

La ciudad, cuyo trazado había sido desarrollado en 1833, experimentó un crecimiento urbanístico y demográfico exponencial, al convertirse en un importante centro comercial y de comunicaciones que distribuía los productos del Oeste de los Estados Unidos. El urbanismo de la ciudad responde a la tradición norteamericana de parcelar mediante una retícula regular que podía ser expandida conforme la urbe fuese creciendo. Así, 300 habitantes se asentaron en una milla cuadrada, que rápidamente tuvo que ampliarse. En el momento del incendio la ciudad estaba habitada por casi 300.000 personas.


El fuego se originó en el sudeste del centro de la ciudad y se extendió rápidamente gracias a dos factores determinantes: el clima y la tipología constructiva dominante. La ciudad llevaba tiempo sufriendo una fuerte sequía, a lo que se sumó un clima muy seco y fuertes vientos del sudoeste que favorecieron una velocísima propagación. Los vientos arrastraban escombros y masas de aire caliente que propagaban el fuego de unas edificaciones a otras, superando la barrera del río y avanzando con firmeza en dirección noroeste.
Por otro lado, aunque ya se habían comenzado a construir algunos almacenes con estructura metálica, la mayor parte de los edificios de la ciudad se construyeron mediante la técnica denominada “balloon frame”, que consistía en la construcción de un entramado estructural compuesto de pequeños listones de madera normalizados, dispuestos modularmente y unidos entre sí mediante clavos. La disponibilidad y economía de la madera favoreció la edificación con este material. Además, la falta de mano de obra cualificada en carpintería para la ejecución de un sistema de vigas y pilares ensamblados, propició el empleo de este sistema estructural que no requería de gran especialización. De esta forma, cualquiera podía construirse su casa cómodamente y con pocos medios.

El gran incendio acabó arrasando más de 800 hectáreas de superficie. El centro de la ciudad se convirtió en el banco de pruebas perfecto para el diseño de nuevos edificios que mejoraran los aspectos técnicos y urbanísticos de la Ciudad de los Vientos y evitaran otra tragedia como la acaecida. Ingenieros y arquitectos diseñaron conjuntamente los primeros rascacielos de Norteamérica. La confluencia de ambas profesiones generó una arquitectura novedosa en la que la innovación técnica se fusionaba con la estética para generar edificios bellos y funcionales. Pese a que su altura puede resultar muy modesta hoy en día, en el momento de su construcción supusieron todo un hito de la construcción.
LAS POSIBILIDADES OFRECIDAS POR EL FUEGO
Tras el incendio se produjo una revisión urbanística de la ciudad, concentrando los edificios comerciales, los locales para oficinas y los hoteles en la zona que había sido arrasada. Los edificios residenciales sin embargo, fueron reubicados en la periferia de la ciudad. Esta zonificación urbanística se corresponde con un modelo característico de Estados Unidos, en el que el centro acoge el motor económico de la ciudad, con edificios de alta densidad, y la periferia aloja los edificios residenciales, siguiendo un modelo de baja densidad. Por lo tanto, el Loop le levantó ocupando la máxima superficie disponible en planta con la mayor altura posible, dando como resultado las manzanas en bloque características de Chicago.

Pero esta tipología constructiva presentaba una serie de dificultades técnicas que debían ser solventadas. El empleo de nuevos materiales y la invención del ascensor iba a ser claves para ello. El empleo del hierro fundido como material de construcción se remontaba al último cuarto del siglo XVIII. Pese a que en los primeros ejemplos, su uso fue de carácter casi experimental, la técnica fue evolucionando rápidamente. El hierro fundido fue sustituido por el forjado y posteriormente por el acero, abandonando los grandes muros de carga de la arquitectura tradicional en favor de livianas estructuras de vigas y pilares.

Por otro lado, las innovaciones tecnológicas dentro del campo de la elevación mecánica vivieron su apogeo en el siglo XIX. Los primeros ascensores que se incorporaron al mercado fueron los de vapor, los cuales presentaban importantes problemas de seguridad, ya que las cuerdas de cáñamo que los sujetaban se rompían con frecuencia. En 1854, Elisha Otis presenta en la Feria Internacional de Nueva York, el primer ascensor a vapor para transporte de pasajeros con freno de seguridad. Era el primer paso en una escalada de mejoras técnicas que llevarían a C. W. Baldwin a diseñar el primer ascensor hidráulico en 1870 y a Werner von Siemens a crear el primer ascensor eléctrico que permitía ascender a mayor altura.

La construcción en altura estaba también condicionada por el sistema estructural de cimentación, ya que este tipo de edificios de gran peso son muy exigentes estructuralmente. La ciudad de Chicago se asienta en un suelo arcilloso inusualmente blando, denominado “Chicago Bluey Clay”, y para encontrar el sustrato de roca caliza hay que excavar hasta 10 metros de profundidad.
Hasta el gran incendio, la mayor parte de los edificios de la ciudad contaban con una cimentación de zapatas aisladas que apoyaban directamente en las arcillas o arenas. La construcción de edificios más solicitados estructuralmente, requirió el replanteo de este tipo de cimentación. Por ello, numerosos edificios construidos entre 1880 y 1890 se construyeron con sólidos muros de carga en planta baja que apoyaban en zapatas corridas. De esta forma, se pretendía transmitir las cargas al terreno de una forma más uniforme. Al poco tiempo, se comprobó que estos edificios, entre los que se incluía el Home Insurance Builging, sufrían importantes asentamientos. También se empleó la cimentación de losas flotantes que daba un resultado más satisfactorio que el empleo de la zapata corrida.
Ante esta situación, los arquitectos e ingenieros deciden implementar a estos edificios en altura un sistema de pilotes de madera de hinca. El problema de los asientos fue rápidamente solventado, ya que los edificios conseguían sustentarse en el sustrato rocoso, pero en contrapartida, el proceso ejecutivo de la hinca de los pilotes provocaba daños en los edificios colindantes, por lo que el método tuvo de desecharse. Durante la construcción del Stock Exchange Building, una orden judicial ante una demanda de los propietarios colindantes obligó a parar los trabajos de hincado de pilotes. El General Sooy Smith iba a dar con la solución, proponiendo un tipo de cimentación que iba a ser empleado en la ciudad de Chicago hasta los años 50-60 del siguiente siglo, el ”Chicago Caisson”. Esta cimentación consistía en la excavación manual de pozos de 1,20 metros de diámetro, dejando espacio suficiente para que pudiera trabajar cómodamente un operario. En la base de la cimentación se aumentaba su diámetro, generando su perfil característico en campana. El Methodist Book Building, construido en 1899, fue el primer edificio en contar por completo con este tipo de cimentación profunda. El proceso de ejecución consistía en excavar el pozo por tramadas, revistiendo las paredes con tablas de madera que eran reforzadas por anillos de hierro, como las duelas de un barril. A continuación se excavaba otra tramada y así sucesivamente. Finalmente el pozo se rellenaba de cemento.

EL PIONERO DE LA ESCUELA DE CHICAGO
El gran número de edificios destruidos en la ciudad requirió del trabajo de numerosos profesionales que dieran forma al nuevo centro de la ciudad, destacando entre todos ellos los integrantes de la denominada Escuela de Chicago.
WILLIAM LE BARON JENNEY
Considerado el pionero de la Escuela de Chicago, el ingeniero militar fue fundamental en el desarrollo de la arquitectura en altura. En 1879 construye el First Leiter Building, edificio de siete plantas alzadas que cuenta con una retícula estructural de pilares y vigas metálicas, protegidas del fuego con piezas de terracota. Este sistema estructural permitía horadar la fachada con grandes ventanales y aligerar el peso de los edificios. La decoración era bastante exigua, limitándose a las molduras y al remate en cornisa. Pese a que Le Baron Jenney deseaba realizar toda la estructura en metal, el Departamento de Construcción de la ciudad de Chicago le obligó a realizar la medianera con muro de carga de albañilería y los forjados con madera. Se derribó en 1972.

Seis años más tarde, Le Baron levantó un edificio cuya estructura se realizó totalmente en metal, el Home Insurance Building se iba a convertir en un icono de la construcción en altura. Un armazón metálico de diez plantas de altura apoyaba en un zócalo de albañilería. Las cinco primeras plantas se realizaron con hierro , mientras que las cinco superiores se resolvieron con acero. La estructura se recubrió con ladrillos refectarios que servían de protección frente al fuego. El aspecto cúbico del edificio es característico de la volumetría de la Escuela de Chicago. En 1931 fue derribado.

El camino con el Home Insurance Building estaba abierto y Le Baron Jenney construyó toda una serie de edificios con esqueleto de metal que comenzaron a dar su aspecto característico al Loop de Chicago. En 1888 se construye el Manhattan Building, el cual destaca por la asombrosa altura que alcanzó, 16 pisos, y el empleo de las bow-window o ventanas mirador, para lograr un mayor aprovechamiento de la luz. El ingeniero emplea el granito en el cerramiento de las plantas inferiores del edificio y el ladrillo en las superiores, consiguiendo de esta forma aligerar el peso que soporta la estructura. Por otro lado, las bow-window permiten un mayor flujo lumínico interior y una visual externa más amplia, además de dinamizar notablemente la fachada y generar ricos juegos de luces y sombras. Este tipo de ventana tuvo un gran éxito en Chicago.

En 1891, Le Baron Jenney en asociación con el arquitecto William Bryce Mundie construyó el Second Leiter Building, edificio de ocho plantas cuyo esqueleto estructural se realizó completamente en acero. El edificio ocupa la manzana entera lo que refuerza su aspecto prismático y macizo. Igualmente, la verticalidad del edificio no es tan marcada, pese a contar con mayor altura que otros edificios coetáneos, a causa de la mayor anchura de sus alzados. La decoración se reduce a las pilastras, que se rematan con capiteles sencillos y una cornisa lisa.

En la misma línea estética y estructural se encuentra el Ludington Building, construido un año más tarde por Le Baron y Mundie. El edificio que hoy en día pertenece al campus de Columbia, presenta un aspecto más cúbico, así como una decoración más esmerada. Las pilastras y capiteles se decoran escultóricamente con volutas, hojas de acanto, angelotes… Y las cornisas se adornan con guirnaldas y distintas molduras decoradas con ovas y otros ornamentos.

Quizás el trabajo menos acorde con la arquitectura desarrollada por Le Baron Jenney es el Central YMCA Association Building, construido en 1993 junto a Mundie. Su estrecha fachada principal otorga gran verticalidad al edificio con sus 16 pisos de altura. Originariamente, el edificio se diseñó para 13 pisos de altura y estaba rematado por una cubierta inclinada que fue sustituida por tres plantas más y una cubierta plana. El alzado de la fachada se divide en una serie de cuerpos que presentan un tratamiento formal distinto tanto en la composición como en ritmo de huecos y pilastras. Este aspecto se enfatiza con el desarrollo de una decoración diferenciada para cada cuerpo.

El trabajo de William Le Baron Jenney tuvo continuidad en arquitectos e ingenieros que trabajaron en su estudio y se forjaron posteriormente una carrera en solitario. En un próximo artículo, veremos las figuras de Burham, Root, Holabird, Roche, Adler, Sullivan y la arquitectura en altura que crearon para la Ciudad de los Vientos. Esta segunda generación de la Escuela de Chicago acabó por dar forma a la ciudad de los primeros rascacielos, una nueva y moderna ciudad que fue creada gracias a la acción del fuego.