En un artículo anterior, analizamos las primeras etapas artísticas de Corita Kent. La norteamericana supo emplear la serigrafía y el Pop Art como vehículos para la renovación del arte cristiano.
Durante este artículo de mirar…, vamos a dar un paso más en el estudio de su obra. Veremos el reconocimiento profesional que recibió y la evolución de su arte a finales de los años sesenta, cuando empleó la serigrafía como herramienta de denuncia social y política. A continuación, analizaremos el giro que experimentan sus trabajos tras el abandono del Inmaculate Heart College y su traslado a la ciudad de Boston.
EL RECONOCIMIENTO DE LA ARTISTA
Durante la década de los sesenta el reconocimiento de la obra de Kent era innegable. Tanto es así, que la artista norteamericana fue seleccionada para realizar un mural en el pabellón del Vaticano de la Feria Mundial de Nueva York de 1964. Debemos ser conscientes de la importancia que tuvo esta elección, ya que su obra compartió espacio con la Pietá de Miguel Ángel, joya artística del catolicismo que fue transportada para la ocasión de manera excepcional con el consentimiento de los papas Juan XXIII y Paulo VI.

Corita diseñó un mural de más de doce metros de largo en el que combinaba texto con diferentes formas abstractas de vivos colores. La palabra “happy” aparecía de manera recurrente, y en su conjunto exponía un mensaje de paz y amor. El lenguaje pop de Sister Corita casaba perfectamente con el ambiente de la exposición, donde el futurismo, la carrera espacial y la cultura estadounidense de masas estaban muy presentes. Además, recogía sin ambigüedad el tema escogido para la Feria de 1964, la “paz mediante el entendimiento”.

Corita Kent era ya una celebridad. En 1967, Los Ángeles Times, el periódico puntero de California de referencia nacional, la incluyó en su lista de mujeres más relevantes del año. Esta iniciativa, llevada a cabo por Dorothy Chandler, esposa del editor del periódico, comenzó en el año 1950, y trataba de dar visibilidad a aquellas mujeres que destacaban por los logros conseguidos en el desempeño de su profesión. Pese a todo este reconocimiento, su arte no fue puesto al mismo nivel del de otros compañeros del Pop Art, quizás fomentado por su condición de mujer, y además monja.
HOMENAJE A LA LETRA
El amor de Corita por la tipografía iba a ver su clímax en 1968, con la creación de dos alfabetos, componiendo un panel por cada letra. En Circus, Kent contrasta gráficos y técnicas tipográficas pasadas y contemporáneas que aluden a diferentes tecnologías de impresión. La composición se completa con imágenes derivadas de carteleras circenses antiguas dotadas de una estética pop mediante el empleo del color.

Este mismo año, Corita se tomó un descanso de sus obligaciones y realizó un viaje a Cape Code, Massachusetts. El período de reposo fue, sin embargo, una fuente de inspiración para la artista que le permitió generar el alfabeto International Signal Code. Con colores brillantes y formas audaces, utilizó el código marítimo internacional de señales para crear una serie alfabética. Veintiséis serigrafías, una por cada letra, que integraban tipografía, imágenes, iconos y banderas marítimas. Tras su vuelta al Inmaculate Heart College, Corita abandona la orden sin dar mayores explicaciones.

ARTE COMO HERRAMIENTA REIVINDICATIVA
Entre 1968 y 1969 Corita produjo una serie de 29 serigrafías tituladas “a set of heroes e sheroes”. Mediante este trabajo, la artista abordó temas como los derechos sociales, la guerra, los asesinatos políticos… Kent retoma el uso de la figuración, pero dentro del Pop Art. Las imágenes, que proceden de los medios de comunicación, se muestran con una fuerza inusitada en esta nueva etapa creativa. Corita añadió a la composición textos literarios, teológicos, filosóficos o incluso fragmentos de canciones de grupos musicales contemporáneos como The Beatles.
El 8 de marzo de 1965, llegaron las primeras tropas estadounidenses a Vietnam. Se confirmaba así la tendencia derivada de la firma casi unánime en 1964 de la Resolución del Golfo de Tonkin. La guerra no hizo sino sumar una mayor confusión a un país que en pocos años presentó una situación sociopolítica convulsa. Una parte importante de la población se rebeló contra la guerra y las injusticias sociales. El movimiento hippie iba a manifestarse con fuerza durante la segunda mitad de la década, y miles de jóvenes liberales y pacifistas iban a generar una subcultura cuya influencia iba a irradiar a otros países.

En “American Sampler” Corita combina palabras y colores, posicionándose claramente en contra de los conflictos armados. Mediante esta composición, en la que el lenguaje presenta distintos juegos de palabras, Kent pretende denunciar la guerra de Vietnam. Las letras se pueden combinar siguiendo distintos códigos de colores, conformando palabras incrustadas como yo, pecado y nación. Éstas, a su vez, se combinan para generar un claro mensaje de rechazo al conflicto. A su vez, transmite una misiva de esperanza con la palabra puedo, y de solidaridad con la frase soy vietnamita. El concepto de la obra se refuerza mediante el empleo del color y la tipografía. Rojo, azul y blanco, los colores de la bandera estadounidense, y una fuente asociada al western norteamericano de los años cincuenta, se combinan para generar una obra cuya inusitada fuerza sorprende más aún por la carencia de imágenes.

Sin embargo, Corita va más allá en su denuncia e introduce potentes imágenes que visibilizan gráficamente la temática, haciéndola por ende más dramática y cruda. Así, por ejemplo, en “Manflowers”, la norteamericana presenta a dos soldados heridos, uno de ellos recostado sobre el regazo del otro mientras le atiende. Las bajas norteamericanas en la guerra ascendían a decenas de miles de soldados, y las vietnamitas, a millones de combatientes y civiles. Ante esta situación, la población norteamericana protestaba ya de una manera furiosa. Para reforzar el mensaje de la obra, Kent introduce el texto “¡Man-power! ¿Adónde se han ido todas las flores?”. Esta interrogación pertenece a una canción de Peter Seeger, tema en el que se lamenta de la pérdida de los jóvenes en la guerra, preguntándose, a su vez, si aprenderemos la Paz. El combatiente Manpower se transforma así en Manflower, una flor que queda arraigada y marchita en el campo de batalla. En contraposición a la crudeza de la imagen, Corita emplea un potente verde flúor en la parte inferior de la obra, símbolo de la esperanza.
En 1963, John Fitzgerald Kennedy fue asesinado en Dallas. Cinco años más tarde, su hermano Robert y Martin Luther King, pastor que ejerció una labor fundamental en el movimiento por los derechos civiles afroamericanos, también fueron víctimas de homicidio. Estas muertes no hicieron sino generar una mayor agitación en la población y Corita Kent no pudo quedar indiferente.

“It can be said of them” es una obra en la que Corita refleja el respeto que profesaba a estos líderes norteamericanos, a los que vio como verdaderos mártires cristianos en la búsqueda de los derechos por la igualdad. La imagen se divide en seis cuadrantes de colores naranja y rosa flúor, en una composición que puede verse como una reinterpretación moderna de un tríptico cristiano. Los cuadrantes de las esquinas son ocupados por cuatro personajes que miran hacia el centro de la composición, donde una cita atribuida a E.B. White tras el asesinato de John Kennedy, ocupa los dos cuadrantes centrales. Los personajes representados son, de izquierda a derecha y de arriba a abajo: Jesús, John Fitzgerald Kennedy, Martin Luther King y Robert Kennedy. De esta forma, establece una línea de mártires cristianos, que comenzó con la muerte de Jesús en la Cruz, y continúa en su contemporaneidad con los hermanos Kennedy y el reverendo King, en búsqueda siempre de una sociedad más justa y pacífica.
LA INTROSPECCIÓN DE LA ARTISTA
Tras abandonar la orden, Corita Kent se trasladó a Boston. En el ámbito artístico, se alejó de la denuncia política explícita y reivindicativa, así como del material basado en la publicidad. Su trabajo se vuelve más sosegado, introspectivo y personal, sin duda afectado por sus problemas de salud.
La obra de este periodo se caracteriza por el empleo de una pincelada mucho más suelta, abrazando una ejecución más libre. Las composiciones de naturaleza orgánica incluían textos realizados a mano, abandonando las rigidez que ofrece el empleo de plantillas. Todo ello, dotaba a sus creaciones de un carácter mucho más íntimo. Pese a que continuó trabajando la serigrafía, durante este periodo generó una parte importante de su trabajo en acuarela.

En “Love the moment”, Corita muestra una espiritualidad más madura y sosegada. La artista se deleita en las cosas pequeñas, sencillas y frágiles. Así, unos trazos en amarillo y azul se ven atravesados por una delicada flor púrpura acompañada por un ligero texto, manuscrito por la artista. El escrito dice: ama el momento, y la energía de ese momento se expandirá más allá de todos los límites. Un mensaje discreto y sencillo, cargado de optimismo y esperanza.

Uno de los trabajos más relevantes de la artista durante este periodo consistió en la intervención, en 1971, de uno de los tanques de la compañía Boston Gas, ubicado en la bahía de la ciudad norteamericana. El tanque se transformó en un inmenso objeto Pop Art, un verdadero icono urbano que recibe al visitante. La artista pintó el tanque alternando anchos trazos de colores primarios y secundarios que se asemejan en su conjunto a un arcoíris, transformando de esta forma un objeto formal y anodino en una obra artística llena de color y alegría. Para su ejecución, Corita pintó una reproducción a menor escala, que fue trasladada por pintores de cartelería de gran formato. Cuando en 1992 se demolió el tanque, la pintura se volvió a ejecutar en el contenedor sustituto, tal era la asociación que tenía la ciudad de Boston con la obra de Corita.

Un año antes de su fallecimiento, Corita creó otro de sus diseños más icónicos. La oficina de correos encargó a la artista el boceto de un sello que incluyera la palabra “LOVE” para una serie filatélica. La norteamericana recurre nuevamente a una imagen prototípica del arcoíris, disponiendo de forma paralela una serie de trazos sueltos de colores. En la parte baja de la composición destaca la palabra love en mayúsculas. El optimismo del diseño fue recibido por el público de manera entusiasta, convirtiéndose en uno de los sellos más vendidos en la historia postal de Estados Unidos.
Con esta obra, cerramos el homenaje a la carrera de una artista que supo reconocer el poder del lenguaje de la cultura pop para comunicarse con las masas, enviando un mensaje de amor, paz y optimismo. Una artista que abrió una puerta al pasado y, mediante la cultura pop, dio voz a un nuevo futuro.