El episodio bíblico de la desobediencia de Adán y Eva que origina el pecado original ha sido ampliamente representado en la historia del arte. Pese a que dicho episodio cuenta con un programa iconográfico bien establecido, los artistas introdujeron pequeñas variaciones que respondían a una lectura personal del mismo.
Peter Paul Rubens, realizó una copia del “Adán y Eva en el paraíso terrenal” de Tiziano en el que impuso criterios propios. En este artículo de qué curioso… trataremos de encontrar y analizar dichas diferencias, que hicieron de esta obra algo más que una simple copia.
EL PECADO ORIGINAL EN EL GÉNESIS
La Biblia es una de las principales fuentes de inspiración para el arte cristiano. El Génesis es el primer libro del Antiguo Testamento y en él se narra la historia de la Creación y de los antiguos patriarcas.
Dios creó en Edén un jardín para Adán y Eva, en el que hizo brotar toda clase de árboles y lo pobló de todas las especies animales. En medio del jardín se encontraba el árbol de la vida, que otorgaba la inmortalidad, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Dios impone la prohibición de comer de este último árbol, siendo la consecuencia de ello, la muerte.
De esta forma, el capítulo 3 del Génesis se ocupa de la “Desobediencia de Adán y Eva” a la única condición que Dios impuso. El texto bíblico dice lo siguiente:
“1 La serpiente, que era la más astuta de todos los animales salvajes que Dios el Señor había creado, preguntó a la mujer:
–¿Así que Dios os ha dicho que no comáis del fruto de ningún árbol del jardín?
2 La mujer le contestó:
–Podemos comer del fruto de cualquier árbol, 3 menos del árbol que está en medio del jardín. Dios nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el fruto de ese árbol, porque si lo hacemos, moriremos.
4 Pero la serpiente dijo a la mujer:
–No es cierto. No moriréis. 5 Dios sabe muy bien que cuando comáis del fruto de ese árbol podréis saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces seréis como Dios.
6 La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a tener entendimiento. Así que tomó uno de los frutos y se lo comió. Luego le dio a su esposo, y él también comió. 7 En aquel momento se les abrieron los ojos, y los dos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas.”

La obra de Tiziano que posteriormente Rubens copió, representa el capítulo bíblico anteriormente descrito, de acuerdo a la iconografía tradicional cristiana. Así, Adán y Eva aparecen representados junto al árbol de de la ciencia del bien y del mal, mientras la serpiente se dispone a tentar a Eva. Ambos prueban el fruto del árbol prohibido, originando el pecado original que condenó a la Humanidad.
LA COPIA DE RUBENS
En 1628, Rubens llega a la corte española en misión diplomática enviado por Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y gobernadora de los Países Bajos. Este segundo viaje a España sucede en un momento político muy delicado, y el pintor intenta favorecer la paz entre España e Inglaterra.
Pese a que los ocho meses que el pintor flamenco permaneció en la corte española apenas fueron fructíferos políticamente, sí que lo fueron artísticamente, ya que tuvieron importantes consecuencias en el desarrollo de la carrera de Rubens.
Durante su estancia en la corte de Felipe IV, el pintor flamenco tuvo acceso a las Colecciones Reales, lo que le permitió copiar gran parte de los cuadros de Tiziano. Cuando su estancia finalizó, el pintor regresó a Amberes con las copias realizadas. A la muerte del pintor, sus obras fueron vendidas, siendo Felipe IV el comprador estrella. Adquirió algunas de las copias, entre las que se incluyen el Adán y Eva.


En la ejecución de Adán y Eva, Rubens no se limitó a realizar una mera copia, sino que introdujo variantes que a juicio del pintor flamenco mejoraban la obra, y cierto es que ganó en profundidad y volumen. Pero lo que queremos destacar fundamentalmente en este artículo, es que Rubens interviene conscientemente en el significado total de la imagen mediante sus variaciones.
Centrándonos primeramente en la figura de Adán, observamos que el gesto de Adán de Tiziano al tratar de impedir que Eva coja la fruta es poco firme, retirándose ligeramente hacia atrás, como queriendo desentenderse por completo de lo que está acaeciendo. Además, su mirada se dirige hacia la manzana, pareciendo dejar traslucir un debate interior entre el deseo de comer el fruto y su deber de obediencia a Dios.

Rubens sin embargo, nos presenta un Adán mucho más fuerte y musculoso, inspirándose en la escultura clásica del “Torso del Belvedere”. Además toda la tibieza de la figura de Tiziano ha sido abandonada en Rubens. Adán erguido y seguro de sí mismo inclina su cuerpo hacia delante y no hacia atrás, con lo que el freno que intenta imponer a Eva es en esta ocasión contundente. Pero además, la mirada de Adán se dirige ahora a Eva y su gesto es sorpresivo y ligeramente angustiado, lo que sugiere el cuestionamiento la actitud de su compañera.
Todo ello parece dejar en evidencia que pese a que Tiziano quiere constatar una mayor culpa en la desobediencia divina de Eva, de acuerdo con la tradición judeocristiana, Rubens directamente pretende exculpar a Adán de dicho acto. Tanto es así, que no habrá pasado desapercibido al lector que la figura masculina de Rubens no se encuentra cubierta por hojas de higuera, símbolo de la vergüenza del desacato.
Por otro lado, la serpiente del relato bíblico toma forma de niño-demonio con cola bífida en la obra de Tiziano. El pequeño demonio posee unos cuernecillos que asoman de su cabello rizado y se asoma desde la parte trasera del manzano mirando de soslayo a Adán mientras ofrece la manzana a Eva. Ésta la recoge de su mano sin poder ver directamente al diablo. De esta forma, Tiziano no exculpa a Adán del acto de desobediencia, mientras que refuerza la idea de una Eva engañada por la serpiente, al no ser ésta consciente de la presencia del diablo tras el árbol.

En contraposición, la serpiente de Rubens no posee los cuernecillos y asomándose desde detrás del árbol, mira fijamente a Eva. Se ha perdido la conexión visual entre Adán y el demonio, exculpando a Adán del acto de desobediencia. Pero además, en esta ocasión Eva sí que tiene una conexión visual con el diablo, lo que ratifica la consciencia de su acto y refuerza su culpa.

Por si todo lo planteado hasta ahora no fuera suficiente, Rubens emplea otro recurso para reforzar su lectura del episodio bíblico mediante la inclusión de códigos a través de la representación de ciertos animales.
El pintor flamenco parte de la composición de Tiziano, el cual integra un zorro a los pies de Eva. El zorro simboliza la astucia malintencionada, lo que sentencia la mala acción de Eva. Pero Rubens, incluye en la obra a un loro posado sobre la higuera, el cual en contraposición al zorro simboliza el bien. Este es el recurso definitivo mediante el cual Rubens refuerza la idea de que los padres de la Humanidad cayeron en desgracia a consecuencia del error de Eva.
La tradición judeocristiana culpó en mayor medida a Eva de la caída en desgracia de la Humanidad, haciendo más responsable a la mujer que al hombre del acto de desobediencia divina. Pese a que algunos artistas, como Miguel Ángel o Frans Floris fueron partidarios de representar la desobediencia como un acto común, la gran mayoría encajó sus obras dentro de la tradición. Pero Rubens da un paso más allá, tratando de exculpar parcialmente a Adán, aunque sea por unos instantes….