En esta ocasión nos trasladamos al Antiguo Egipto para mirar… una escultura de bulto redondo perteneciente a la V Dinastía del Imperio Antiguo, la cual se desarrolló entre el 2500 a.C. y el 2350 a.C.

La escultura fue encontrada en la mastaba de Mersuankh, en la necrópolis de Giza, donde también se encuentran las grandiosas pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos. Las mastabas eran construcciones que servían de morada eterna para los muertos, en las que el sarcófago con el difunto momificado se introducía en una cámara enterrada que posteriormente quedaba sellada. La construcción en superficie contaba con una capilla para ofrendas y espacios subsidiarios a ésta, los cuales contenían ricos ajuares y se decoraban con bellas pinturas, esculturas y jeroglíficos.
Entre 1929 y 1930, el arqueólogo Selim Hassan llevó a cabo las excavaciones que sacaron a la luz la mastaba de este alto funcionario y su contenido, realizando el equipo arqueológico un exhaustivo inventario del mismo. Entre los objetos extraídos se encontraba la escultura de bulto redondo que nos ocupa, en la que Mersuankh se encuentra representado junto a sus dos hijas.

La finalidad del esculpido de esta escultura se debe entender, por lo tanto, desde la perspectiva de las creencias religiosas del Antiguo Egipto. Así, la representación del difunto está motivada fundamentalmente por su creencia en el Más Allá tras la muerte, una existencia en la que el hombre convive con todos los seres eternamente. Pero es importante señalar que, para los egipcios, esta estancia feliz en el Más Allá quedaba condicionada a la incorruptibilidad de la tumba y de los objetos en ella contenidos. Al lector no le sorprenderá este hecho, ya que es de conocimiento popular el celo que emplearon los faraones en salvaguardar sus moradas eternas intentando evitar expolios y saqueos. Para solucionar esta problemática, a partir de la III Dinastía (2700 a.C.-2630 a.C.), se generalizó el empleo de la piedra en la arquitectura y la escultura funerarias, material que aseguraba una larga vida útil a los objetos y estructuras.
Por otro lado, queremos recalcar que la representación del difunto en el imaginario egipcio, buscaba captar y reproducir la esencia del representado. La estatuaria se presenta como una extensión de su persona a través de la piedra para los siglos perpetuos. Por ello, era común que se representara al difunto en situaciones cotidianas, acompañado de sus seres queridos y en actitud afectiva y amorosa. Así, podemos ver cómo las hijas acogen con sus manos y brazos al padre, y pese a la rigidez de los brazos y el torso de éste, se genera una atmósfera afectiva en el grupo.
Trataremos ahora de fijarnos atentamente en el grupo escultórico presentado, y el lector apreciará que el conjunto aporta una sensación de pesadez y robustez, tendiendo a la geometrización cúbica. Este carácter cúbico de las figuras deriva no solamente de la concepción egipcia del Universo, sino también de las condiciones espaciales en las que la escultura era instalada. Y es que los espacios arquitectónicos en los que se colocaban estas piezas eran reducidos, quedando las esculturas pegadas a una de sus paredes. Este hecho provocaba que en numerosas ocasiones las piezas solo se pudieran contemplar frontalmente quedando el lateral y el trasero subordinados a esta vista, tal como sucede en nuestra escultura.
Los personajes se apoyan con sus pies desnudos sobre una losa con inscripciones y si el lector se fija bien, comprobará que las espaldas de los personajes se apoyan en otra losa trasera vertical, la cual apoyaría contra la pared, tal como hemos comentado.
Pero la pesadez y robustez de la obra no se debe únicamente a las condiciones espaciales en las que ésta se inserta, sino que sigue un criterio que da respuesta a un concepto anteriormente mencionado: la incorruptibilidad. Tal como se ha dicho anteriormente, la escultura era considerada una extensión del difunto en la tierra, por lo que cualquier rotura, fractura o afección en la misma sería fatídica, haciendo peligrar la feliz estancia del representado en el Más Allá. De esta forma, Mersuankh, presenta los puños cerrados creando dos pequeños bloques en sus manos, mientras que las hijas apoyan sus palmas muy planas sobre el brazo de su padre. Todas estas acciones tienen la finalidad de evitar los puntos débiles a la ruptura, como son las extremidades, generando volúmenes rotundos y muy resistentes a la rotura.
Ahora me gustaría que el lector realizara un ejercicio de reflexión, trayendo a su memoria algunas obras de arte egipcio. Tras la revisión de un par de ejemplos mentalmente, el lector se percatará de que existen características muy similares que se repiten constantemente, incluso en obras muy alejadas cronológicamente. Esto es debido a que el sentido de la proporción y la armonía del pensamiento egipcio, les impulsó a la generación de un canon de proporción basado en la aplicación matemática de figuras geométricas a todas sus obras artísticas.
La aplicación de este canon en la estatuaria exenta provocó que la representación de la figura humana se limitara a dos modelos básicos, dentro de los movimientos infinitos que puede generar el cuerpo humano: la figura sedente y la figura de pie en actitud de caminar. El grupo escultórico que estamos analizando pertenece por lo tanto al segundo grupo. Así, vemos cómo Mersuankh aparece de pie con la pierna izquierda ligeramente adelantada, lo que le dota de cierta intencionalidad en el movimiento, generando mayor dinamismo y realismo. Sin embargo, sus hijas aparecen más estáticas a su lado y con los pies prácticamente juntos, siguiendo el canon establecido para las mujeres.
De la misma forma, Mersuankh, siguiendo los cánones de la figura masculina, se representa con rasgos juveniles, piel oscura y grueso cuerpo, lo que simbolizaba su alto estatus social. Lleva una peluca corta que cubre sus orejas y el color de sus ojos y cejas es negro. Como vestimenta porta una falda corta plisada en un lateral y recogida en la cintura y completa el conjunto con un collar con bandas de color azul, verde y negro, el cual apenas puede ya apreciarse.
Sin embargo, sus hijas reflejan el canon establecido para las mujeres, presentando un tratamiento de la masa corporal y un color de piel muy diferenciado del masculino, apareciendo esbeltas y con la piel clara. Las hijas llevan una peluca que les llega hasta los hombros, revelándose su pelo real en la zona central de la frente. El color de sus ojos y sus cejas es negro, al igual que el de su padre y como vestimenta usan un vestido largo y ajustado blanco con escote en V y tirante ancho, complementado por un collar de bandas azules, negras y blancas, así como un brazalete y tobilleras.
Por último, queremos señalar la importancia que los egipcios daban a su nombre escrito, su identidad como parte de esa esencia anteriormente mencionada. Su arte se encuentra repleto de jeroglíficos, algo que al lector no le habrá pasado inadvertido al apreciar una obra del Antiguo Egipto. Si nos fijamos en nuestro grupo escultórico, apreciamos que en la losa base del mismo, junto a los pies de los representados, se pueden apreciar unas inscripciones. Así, frente a la figura central se graba la inscripción “El inspector de los sacerdotes del Ka, Mersuankh”, frente a la hija más alta se graba la inscripción “Su hija mayor, Ymert”, y frente a la hija más pequeña se inscribe “Su hija, Hathor-wer”.
Espero haber acercado al lector esta obra escultórica de la Antigüedad, y que los conceptos comunes de la estatuaria egipcia del Imperio Antiguo que se explican, le ayuden en la lectura de obras de similares características con las que se encuentre en el futuro.