El denominado ciclo de la Navidad o Encarnación relata el nacimiento de Jesucristo. Dicho ciclo comienza con la Anunciación y termina con la Adoración de los Reyes Magos, aconteciendo entre ambos una serie de episodios que han sido representados en las artes plásticas con mayor o menor fortuna.
Entre dichos episodios se encuentra la Adoración de los Pastores, cuya representación iconográfica se dividió en dos temas: la anunciación y la adoración propiamente dicha. A lo largo de este artículo vamos a mirar… este episodio bíblico, exponiendo las fuentes textuales que inspiraron su iconografía. A continuación, analizaremos su evolución iconográfica en las artes plásticas, señalando los elementos que más aceptación tuvieron a lo largo de la historia.
LOS ANTECEDENTES
El episodio de La Adoración de los Pastores se encuadra dentro del ciclo de la Navidad o ciclo de la Encarnación, el cual narra los acontecimientos producidos durante la gestación y el alumbramiento del Mesías. El nacimiento del Niño Jesús viene a confirmar la promesa que Yavhé realizó a Adán y Eva tras su pecado, anunciándoles que un Redentor los liberaría del demonio. Posteriormente, los profetas vaticinaron la venida del Mesías dando diversos detalles que quedan recogidos en la Biblia.
Así, durante el reinado de Herodes el Grande, María y José de Nazaret, descendientes de la familia de David, recibieron un anuncio divino a través de los ángeles: del vientre de María iba a nacer por obra del Espíritu Santo el Hijo de Dios, el Mesías. A su vez, el emperador romano Augusto ordenó que todos los habitantes del imperio se inscribieran en un censo, empadronándose en el lugar de origen de cada familia. Por ello, el matrimonio debió partir hacia Belén con María embarazada. Al llegar a la ciudad de David, María se puso de parto y al no contar con alojamiento adecuado, se acomodaron en un establo abandonado, donde tuvo lugar el nacimiento de Jesucristo.

EL EPISODIO SEGÚN LAS FUENTES
De los cuatro evangelios canónicos, solamente el de Lucas recoge el episodio de la Adoración de los Pastores. El suceso se desarrolla en dos escenarios, el campo y el lugar en el que Jesús nació. El texto recogido en el capítulo 2, versículos 8-21, es el siguiente:
“8 En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. 9 Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor. 10 Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. 11 Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
13 De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían:14 «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».
15 Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer».16 Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre. 17 Cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él, 18 y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían. 19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas. 20 Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho.”

Aparte del texto oficialmente admitido por las Iglesias cristianas, existen otros dos escritos que abordan el episodio. El evangelio apócrifo del Psuedomateo menciona brevemente la presencia de unos pastores que proclaman la venida de Cristo que les ha sido anunciada. El pequeño párrafo queda recogido en el versículo 6 del capítulo 13 de la siguiente manera:
«6 Porque unos pastores afirmaban a su vez que habían visto a medianoche ángeles cantando un himno, loando y bendiciendo al Dios del cielo, y diciendo que el Salvador de todos, el Cristo, había nacido, y que en él debía Israel encontrar su salvación.«

El otro texto apócrifo que trata directamente el episodio es el Evangelio armenio de la infancia. Durante los versículos 1 y 2 del capítulo 4 se narra la Anunciación y la Adoración de manera similar al evangelio de San Lucas:
“1 Y, cerca de aquel sitio, habitaban los pastores de que ya hemos hablado. Pero sus rebaños de cabras y de ovejas no se recogían más que al caer la noche, en lugares apartados y lejanos, donde pastaban en las montañas y en la llanura. Y, al oscurecer, cada pastor reunía su rebañó, y velaba y guardaba sobre él las vigilias de la noche. Y he aquí que el ángel del Señor vino sobre los pastores, y la claridad de Dios los cercó de resplandor. Y tuvieron gran temor y, lanzando gritos, se congregaron en un mismo lugar, y dijeron los unos a los otros: ¿Qué palabra es ésta que hasta nosotros ha llegado, y que no conocemos?
2 Mas el ángel les dijo de nuevo: No temáis, hombres discretos e inteligentes que os habéis congregado Porque he aquí que os doy nuevas de gran gozo, y es que os ha nacido hoy mismo un salvador, que es el Cristo del Señor, en la ciudad de David. Y esto os será por señal. Cuando entráis en la gruta, hallaréis a un niño envuelto en pañales y echado en un pesebre de bueyes Y, después de haber oído al ángel, los pastores, en número de quince, fueron aprisa al paraje que les indican aquél. Y, viendo a Jesús, se prosternaron ante él y lo adoraron. Y alababan en voz alta a Dios, diciendo: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz y buena voluntad para con los hombres. Y cada uno de los pastores volvió a su rebaño, alabando y glorificando al Cristo.”

De la lectura de los tres textos podemos extraer que el episodio se desarrolla de noche, primeramente en el campo y a continuación en el lugar donde Cristo ha nacido. Los tres evangelios enfatizan el carácter mesiánico de Jesús. Sin embargo, es el evangelio de San Lucas el único que menciona a la Sagrada Familia, otorgando una papel significativo a María, la cual medita sobre lo acontecido y parece contar con una información futura que el resto de los protagonistas desconocen.
Por último, señalaremos que el Evangelio armenio de la infancia aporta una serie de particularidades no mencionadas en los otros dos evangelios. Así, el texto especifica que fueron quince los pastores que recibieron la Buena Nueva, y que los rebaños que cuidaban eran de cabras y ovejas.

EVOLUCIÓN DE LA ICONOGRAFÍA DEL EPISODIO
El episodio de la Adoración de los pastores se compone de dos temas iconográficos, la Anunciación y la Adoración al Niño, los cuales siguen la secuencia cronológica de los hechos.
LA ANUNCIACIÓN A LOS PASTORES
La Anunciación es el tema que se representó más tempranamente, aunque habitualmente se mostraba como una escena complementaria a la Natividad. Generalmente, se disponía en la esquina superior derecha de la imagen, mostrando un paisaje natural con el ángel refulgente como referente. Además, era común incluir también el momento de la Adoración de los Pastores o la llegada de los Reyes Magos, mostrando en la misma imagen varias escenas del ciclo de la Natividad. El tema se podía representar de noche, según la narración de los hechos, o de día, simbolizando el resurgir de un nuevo comienzo con el nacimiento de Jesús.

La representación independiente del tema también gozó de gran aceptación. La historia se representa de noche, en un paraje natural, siguiendo los textos narrativos de los evangelios. Los pastores se muestran sorprendidos, e incluso atemorizados, en un despliegue de efusiva expresividad. Es también común que aparezcan en la escena petrificados, según la idea de la naturaleza estática y detenida de la Epifanía. Generalmente, se encuentran acompañados de sus rebaños y en ocasiones también de otros animales. A partir del siglo XVII comenzaron a aparecer pastoras en la escena. El ángel que porta la Buena Nueva es el protagonista y suele irradiar luminosidad, siendo el foco principal de luz de la imagen y permitiendo a los artistas generar bellos efectos lumínicos.

En ocasiones, la imagen se completa con la presencia del coro angelical, que mediante sus sonrisas y bendiciones pretenden tranquilizar a los asustados pastores. Y es que la música, cobra vital importancia en este episodio, de cuya fuente escrita se obtuvo el himno “Gloria in excelsis Deo”, que tanta aceptación ha tenido en la historia de la música. Las artes plásticas se vieron también afectadas por esta influencia musical, provocando que los pastores fueran representados en no pocas ocasiones como músicos, sobre todo en el tema de la Adoración al Niño.
La escena además se puede completar con ciertos elementos que están cargados de un fuerte simbolismo. Es habitual ver incluido en la imagen un camino, concebido como la senda de la vida hacia la salvación. Por otro lado, es común la presencia de ríos o riachuelos, lo cual viene a simbolizar a Jesús como manantial de agua viva. Igualmente, la presencia del cordero encarna a Cristo redimiendo los pecados del mundo.

LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES
Este tema prácticamente no se representó hasta el siglo XV. La acción se desarrolla en el mismo ámbito que la Natividad, en el lugar de nacimiento del Niño Jesús, y su iconografía es muy similar a aquella de la Adoración de los Reyes Magos.

El lugar en el que los pastores adoran al Niño varía de unas representaciones a otras. Así, lo más común es representar a la Familia Sagrada en el interior de una gruta o en un humilde establo. Oriente se centrará más en la representación de la cueva descrita en los textos apócrifos, mientras que Occidente prefiere potenciar la austeridad de la Familia Sagrada mediante la inclusión del establo. Jesús suele aparecer desnudo o fajado, según la costumbre del momento, y es común que irradie luz. Esto permitió a los artistas mostrar su pericia en el tratamiento lumínico de la escena.

La representación de María sin embargo, variará notablemente entre Oriente y Occidente, sin duda motivado por la manera de entender el parto de la Virgen. El parto con dolor fue el aceptado por la tradición bizantina, por lo que es común ver a la Virgen fatigada y acostada. El arte occidental, sobre todo desde finales de la Edad Media, siguió la idea de parto sin dolor, presentando habitualmente a María adorando a su hijo. Esta es la iconografía que dominó finalmente tanto el arte de Oriente como el de Occidente, reforzado tras el Concilio de Trento. El papel de José en las primeras representaciones de la escena ha sido generalmente secundaria y algo pasiva. A partir del siglo XIV comienza a ganar protagonismo, realizando tareas propias del acontecimiento o incluso ofreciendo vino a los pastores.

Los pastores, generalmente tres, representan en ocasiones las edades del hombre, al igual que sucede con los Reyes Magos. Es muy habitual que lleven ofrendas al Niño, abundando la dávida de un cordero, un cayado y un caramillo o flauta. Mediante el cordero se prefigura a Cristo, y si este aparece con las patas atadas simboliza el sacrificio de Jesús en la Cruz. Este aspecto cobra gran fuerza tras la Contrarreforma, representando el Agnus Dei que muere para redimir el Pecado Original. Igualmente, ofrendar un instrumento musical encaja perfectamente en la visión del Buen Pastor, imagen que se nutrió a su vez del mito de Orfeo, por los que es común la presencia de pastores músicos acompañados de corderos.

La elección de los pastores para un acontecimiento tan sagrado no nos debe pasar desapercibida. Este colectivo era mirado con cierto recelo por sus contemporáneos, ya que los consideraban gente de poco fiar. Los pintores flamencos reflejaron esta mala reputación mediante la representación de una fisionomía un tanto inquietante. Los pastores recibieron la Buena Nueva antes incluso que los Reyes Magos, lo que evidencia la intención de Jesucristo de acercarse a aquellos colectivos marginados, dando prioridad a iluminar con la nueva fe a la parte más baja y humilde de la sociedad.

Durante la Edad Media el episodio se representaba generalmente asociado a la Natividad y hay que esperar a los siglos XIV y XV para que aparezcan las primeras representaciones independientes. Esta independencia fue tempranamente perdida, asociándose nuevamente al episodio de la Natividad o al de los Reyes Magos, para separarse nuevamente en el siglo XVII. A partir del siglo XVIII el episodio va perdiendo poco a poco el interés. No obstante, la figura del pastor es una de las más aceptadas por la cristiandad, y tiene un papel fundamental dentro de los belenes, manteniendo su iconografía prácticamente invariable hasta día de hoy. El origen del belén, pese a que se liga a la figura de San Francisco de Asís, es más antiguo. Desde el comienzo fue característico el antagonismo entre la representación de los pastores y la de los seres divinos. Así, mientras que estos últimos se presentan idealizados, los pastores muestran un fuerte naturalismo, con fisionomías bien caracterizadas que los ligan al vulgo. Igualmente, es habitual que el tamaño de estas figuras fuera menor, ejerciendo una clara jerarquización de personajes, aspecto que fue común en las artes plásticas en general. Con el tiempo los pastores se fueron enriqueciendo, ofreciendo diferentes caracterizaciones tanto sociales como raciales. La figura del pastor había perdido ya todo el carácter transgresor que pudo tener en el momento de los acontecimientos relatados, y se convirtió en un personaje cercano y honrado.

El episodio de la Adoración de los Pastores fue muy representado en el arte cristiano, favorecido sin duda por la identificación del pueblo llano con dichos personajes. La brevedad en los relatos de las fuentes escritas, permitieron la versatilidad de los temas y una mayor libertad de expresión en los artistas, generando bellas composiciones, algunas de las cuales hemos podido admirar en este artículo.