Las plataformas de saltos y trampolines son unas estructuras de dos o más niveles destinadas a la práctica deportiva. Pese a que su institucionalización como deporte es reciente, existen evidencias de su existencia desde la Antigüedad. En este artículo de qué curioso… vamos a ver los orígenes de tal práctica, para a continuación, analizar los elementos arquitectónicos que componen este tipo de construcción, su funcionamiento estructural y los materiales más empleados en su ejecución.
LOS ORÍGENES DEL SALTO
Aunque el origen del salto como disciplina deportiva es muy reciente, dicha actividad fue practicada desde la Antigüedad, tal como lo atestigua uno de los frescos de la Tumba del Nadador, en las cercanías de Paestum. En dicha sepultura griega del siglo V a.C., se puede ver cómo un hombre salta al agua de manera grácil desde una estructura ubicada en la orilla. Esta representación sorprende por la similitud que presenta con la práctica moderna del salto.

Más adelante, en el siglo XVIII, el rey Kahekili, de la isla Maui, en el actual estado de Hawai, estableció el salto como prueba de valor entre sus guerreros. Y es que, sin duda, esta actividad refleja la tendencia del hombre a lo largo de la historia de superarse mediante prácticas físicas que le llevan, en ocasiones, al límite. No obstante, debemos entender que el salto fue un hecho anecdótico hasta bien entrado el siglo XIX, cuando nace la noción moderna de deporte, y el ocio asociado al mismo comienza a tener un desarrollo sin precedentes. Hasta ese momento, las propias formaciones naturales o pequeñas tablas dispuestas de manera estratégica servían para que el saltador se zambullera en ríos, lagos, etc. Además, estas prácticas se relacionaban, de forma habitual, con una clase social acomodada.

Un siglo más tarde, los gimnastas alemanes y suecos desarrollan esta actividad, de manera indirecta, durante el entrenamiento de sus acrobacias. Para mitigar las malas caídas durante la ejecución de sus rutinas, instalaron anillas, trapecios y trampolines sobre una piscina. De esta práctica surgió la idea del salto como competición, realizándose los primeros certámenes a finales del siglo XIX e incluyéndose la disciplina como categoría olímpica en los Juegos de Sant Louis en 1904.

Durante el siglo XX, la construcción de trampolines se multiplica, fomentado sin duda por el desarrollo del deporte y el espectáculo. Sin embargo, también se extendió de manera rápida y paralela en los sectores del ocio y en la promoción residencial privada. Así, durante la modernidad, se convierten en elementos para la experimentación plástica. Los arquitectos se afanan por diseñar estructuras icónicas que engalanen sus edificios y la inclusión de este tipo de construcciones en la sociedad del bienestar y el consumo es recibida con entusiasmo. Carteles publicitarios de eventos deportivos como el de México 68, de las XIX Olimpiadas, escogen las plataformas de salto como reclamo de modernidad, mientras que lugares de ocio y veraneo se apropian de la imagen de estas estructuras y la asocian al glamour, al lujo y la felicidad.

ESTRUCTURA, MATERIALES Y COMPOSICIÓN
Una plataforma de saltos y trampolines está compuesta por una serie de elementos de desarrollo horizontal dispuestos a diferentes alturas, sustentados por otros elementos de desarrollo vertical, llamados torres, que transmiten las cargas al terreno.
TRAMPOLINES
Los trampolines son delgadas tablas que se fijan en uno de los extremos y vuelan en voladizo sobre la piscina. Cerca del punto medio del tablero se instala un fulcro ajustable que favorece la flexión del elemento y por consiguiente el impulso del saltador. Al comienzo se realizaban en madera, lo que no explotaba las máximas posibilidades de rebote.
Sin embargo, Raymond C. Rude iba a propiciar un salto cualitativo con el diseño de la tabla Duraflex de aluminio. Partiendo de un tablero rechazado del ala de un avión, el ingeniero norteamericano fabricó una plancha para la piscina de la vivienda de un amigo. El éxito fue abrumador, ya que el nuevo material presentaba una gran flexibilidad que permitía ejecutar a los saltadores un mayor número de giros, volteretas o rotaciones. Al cabo de poco tiempo, la tabla Duraflex era la preferida por los atletas, los cuales llevaban sus propias tablas a las competiciones, y a día de hoy, es la única marca aceptada para los certámenes olímpicos. La mayor parte de los tableros se pintaron en un característico color azul celeste con arena o cristal machacado para lograr una superficie antideslizante.

PLATAFORMAS DE SALTOS
En contraposición a los trampolines, las plataformas de saltos no requieren flexibilidad, sino rigidez, solidez y estabilidad. La plataforma es un elemento estructural en voladizo, cuyo apoyo se presenta muy habitualmente a los 2/3 de su longitud. Los materiales empleados en su construcción son el hormigón, la madera y el acero. La losa de hormigón armado es la solución constructiva más empleada, sin embargo, también es habitual encontrar soluciones conformadas por estructuras mixtas.

TORRES
Las denominadas torres son los elementos encargados de recibir las cargas de los trampolines y plataformas y transmitirlas al terreno. Los diferentes niveles se enlazan con escaleras que pueden quedar visibles u ocultas en el interior de la torre. Al comienzo, su construcción se realizaba mediante un entramado de madera compuesto de elementos longitudinales sometidos a esfuerzos de compresión, tracción y flexión. Las barras diagonales sirven para rigidizar la estructura. Sin embargo, la madera fue sustituida al poco tiempo por el acero, aumentando la durabilidad y la resistencia del conjunto. Este fue el material elegido en las olimpiadas de Londres 1908, donde una torre cuadrada de perfiles metálicos sustenta una plataforma ubicada a diez metros de altura.

Aunque el acero no se empleó tan profusamente como el hormigón en este tipo de construcciones, existen ejemplos notables, como la plataforma de saltos del campus Zacatenco en Ciudad de México. La obra diseñada por Reinaldo Pérez Rayón, da continuidad al lenguaje empleado en el resto de edificios del campus, disponiendo una serie de vigas y pilares metálicos que sustentan las diferentes plataformas. Para rigidizar la estructura se emplean finos cables de acero que otorgan una mayor liviandad al conjunto.

Pese al éxito del acero frente a la madera, el empleo de ésta última tendrá continuidad durante algo más de tiempo, convirtiéndose en la verdadera protagonista de los shows de saltos. Así, la eterna búsqueda de riesgo y espectáculo del ser humano, iba a llevar a William “Doc” Craver a finales del siglo XIX a promover una atracción en la que caballos montados por amazonas saltaban desde plataformas ubicadas en ocasiones a más de 20 metros de altura. Este tipo de estructura estaba compuesto de un entramado de madera que sustentaba la rampa por la que el animal ascendía hasta la plataforma de salto. Esta tipología constructiva se empleó asiduamente en las estructuras de atracciones, siendo un clásico en la fabricación de montañas rusas.

Sin embargo, el hormigón será la elección más habitual para el diseño de torres, gracias a las posibilidades plásticas que ofrece el material sin merma de solidez estructural. El arquitecto contaba así con una mayor libertad en su proceso proyectual, lo que favorecía la creación de estructuras singulares. La altura de estas construcciones, además, las convertían en puntos de referencia, iconos visuales de los complejos que ocupaban. El lenguaje arquitectónico de cada estilo iba a tener representación en estas plataformas asociadas a la modernidad, el progreso y el bienestar.
ALGUNOS EJEMPLOS ICÓNICOS
Si nos fijamos en las diferentes estructuras de plataformas y trampolines diseñadas a lo largo de la historia de los Juegos Olímpicos, comprobaremos que el hormigón ha sido el material más seleccionado por los arquitectos. Ya en Berlín 1936, Albert Speer y Werner March lo utilizan en un diseño muy acorde al nuevo clasicismo del nacionalsocialismo. Posteriormente, arquitectos e ingenieros como Pier Luigi y Antonio Nervi, Kenzo Tange, Arata Isozaki y Zaha Hadid supieron explotar el material para generar icónicos ejemplos olímpicos.

Pero será fuera de la arquitectura olímpica donde se generarán los ejemplos más originales. Los arquitectos, al no verse limitados por la normativa impuesta por los organismos deportivos, pudieron proyectar estas estructuras con una mayor libertad. El propio Pier Luigi Nervi llevó a buen término la construcción del icónico trampolín del Kursaal de Lido di Ostia, proyectado por el arquitecto Attilio Lapadula en 1950. En esta ocasión, la torre sustentante se transforma en un gran círculo con una H central de hormigón armado en las que apoyan las distintas plataformas. En 1974 el trampolín fue demolido, para posteriormente volverse a construir en madera laminada bajo diseño de G. Bignotti. La reconstrucción mantiene el espíritu del ejemplo inicial, aunque los elementos que lo conforman han perdido esbeltez, dotando al conjunto de una menor liviandad. El diseño original de los trampolines fue tan impactante que se realizaron copias del mismo.

Existen otros icónicos ejemplos que lamentablemente también han sido demolidos. Ese es el caso de las plataformas de salto diseñadas por el arquitecto Luis Fossati en 1937 en Niterói, donde una gran V de hormigón armado sustenta tres niveles de plataformas. La gran V además, sirve para alojar las escaleras de acceso a los distintos pisos. El conjunto resulta de una plasticidad sorprendente, potenciada sin duda por unas vistas inmejorables de la bahía Río. Para mayor diversión, el arquitecto incluyó dos toboganes frontales.

Tampoco pudo superar la demolición la plataforma de saltos de Weston Super-Mare, donde siete niveles se superponen y apoyan en un gran arco pareado. La estructura realizada en hormigón armado y construida en 1937, se configuró como el trampolín más alto del mundo durante años y fue un destino clave en el turismo británico de mediados de siglo.
Por último, vamos a comentar dos ejemplos de trampolines que corrieron mejor suerte, el Crystal Palace National Sports Center y el de la piscina al aire libre Tivoli. El primero, diseñado por el departamento de arquitectos del ayuntamiento de Londres en 1964, dispone los soportes en forma de doble X, aprovechando el espacio dispuesto entre las X para insertar las escaleras de acceso a las diferentes plataformas. Integrados a su vez, en un icónico edificio con una excelente resolución formal y funcional, los trampolines han logrado sobrevivir, formando parte de uno de los clubs de saltos más prestigiosos de Gran Bretaña.

Una solución similar desarrolla el arquitecto austriaco Norbert Heltschl para la piscina Tivoli de Innsbruck, donde una doble X deformada recoge las diferentes plataformas bi apoyadas en voladizo. El carácter escultórico y dinámico de la estructura es innegable. Dos cruces de San Andrés arriostran el conjunto, atando ambos soportes. El complejo lúdico-deportivo, construido en 1958, está protegido y es un ejemplo notable de la Arquitectura Internacional en Austria.

Aunque existen numerosos ejemplos dignos de mencionarse en este artículo, la extensión del mismo ha limitado su presencia. Muchos de ellos, desgraciadamente se han perdido. Pero debemos ser optimistas, ya que a día de hoy existe una mayor concienciación en la preservación de este tipo de estructuras. Así lo demuestra el reciente proyecto del National Trust for Historic Preservation y American Express, que en 2022, pretende recuperar la piscina de saltos Astoria, diseñada por Robert Moses en 1936 en Nueva York. Con iniciativas como esta, el patrimonio arquitectónico se puede poner nuevamente en valor, adaptándolo a las necesidades actuales.