En el inconsciente colectivo la imagen del ideal clásico de belleza de la Antigua Grecia se proyecta con representaciones de personajes llenos de gracia y virtud. No obstante, el arte Griego también representó lo feo, grotesco o degradante, aunque sin abandonar la proporción y armonía del clasicismo. Así, vamos a mirar… y analizar “Vieja ebria”, manifiesto de la decrepitud viciosa de una anciana.

Vieja ebria es una estatua de bulto redondo de período helenístico cuyo original, considerado en mármol se encuentra a día de hoy perdido. A nuestros días, han llegado dos copias romanas en mármol, una de las cuales se custodia en la Gliptoteca de Múnich y la otra en el Museo Capitolino de Roma. La escultura presenta composición piramidal, lo que le otorga una gran riqueza en puntos de vista y provoca que el espectador desee rodearla para contemplarla desde todos los ángulos posibles.
EL DESCUBRIMIENTO Y SU ORIGEN
La copia de Roma se descubrió en el siglo XVII durante los trabajos de construcción de la Iglesia de Santa Inés en Agonía en Vía Nomentana. Fue totalmente recompuesta ya que se encontraba fragmentada.
La datación y autoría de la obra original presenta la problemática habitual de las obras de período helenístico, en las que la variedad de estilos y la pérdida de originales presentan grandes dificultades de clasificación. La opinión de la mayor parte de autores es que la obra pertenece a la primera mitad del siglo II a.C., basándose en similitudes estilísticas y probablemente fue realizada por Mirón de Tebas, basándose en la “Historia Natural” de Plinio.
Más allá de los debates sobre la autoría, la estatua destaca por su temática, estilo y estética. La obra escultórica representa en escala real a una mujer de edad avanzada sentada en el suelo, abrazando fuertemente con brazos y piernas un lágino (recipiente con forma de garrafa) lleno de vino. La vieja tiene la cabeza echada hacia atrás y presenta la boca abierta en gesto grotesco debido a la embriaguez. Parece que la mujer sujeta entre sus brazos su posesión más preciada.
LA INFLUENCIA DIONISÍACA
La etapa helenística trae consigo un florecimiento en el culto a Dionisio y Afrodita, divinidades que dominan el lado oscuro de la personalidad humana. Los temas heroicos pierden la importancia que habían tenido hasta ahora. El erotismo, los vicios y el placer, característicos del dios del vino y la diosa del amor amplían su repertorio con obras de un sorprendente realismo.
Según algunos autores, la representada podría ser una sacerdotisa de Dionisio. Sin embargo, la línea oficial afirma que se trata de una vieja de alto rango social, representada en un momento de vicio muy humano: el abandono a la embriaguez. El hecho de que el lágino que sujeta firmemente la vieja entre sus manos esté decorado mediante pámpanos, refuerza la visión dionisíaca de la obra, ya que se trata de un atributo característico del dios.

Para reforzar la idea del abandono de la persona a la embriaguez y pérdida de la compostura, el artista representa a la vieja con el quitón roto en la zona de su hombro derecho por lo que éste se cae, exponiendo las ajadas carnes sin llegar a mostrar el pecho. Huesos, carne y venas son representadas con una meticulosa fidelidad anatómica, acorde a la temática sobre la ancianidad que tanto impulsó Lisipo.

Los ropajes de la vieja, el cuidado peinado, los agujeros en las orejas para llevar pendientes y los dos anillos que porta en la mano izquierda señalan que se trata de una mujer de un cierto status social y riqueza, quizás en un intento de personificar la borrachera de forma más elevada.
PÁTHOS VERSUS ÉTHOS
El debate sobre la estética que comenzaron los filósofos Platón y Sócrates, tiene una importante repercusión en el helenismo. Para Platón, el arte es una imitación de verdades abstractas y debía servir a una causa moral y pedagógica, el “éthos”. Sócrates, sin embargo sugiere que el arte puede expresar el “páthos” o padecimiento íntimo.
Este debate trae la ruptura del equilibrio clásico impuesto hasta entonces con predominio del éthos. El páthos se va imponiendo poco a poco priorizando el individuo y los sentimientos. Los ideales han cambiado, el individuo se refugia en el ámbito de lo individual, abandonando el mitomanismo y el heroísmo idealista. Todo ello afecta directa y claramente a la plástica de los rostros, generando retratos de una verosimilitud y expresividad espléndida. En Vieja ebria, los sentimientos y las pasiones son evidentes en la manifestación de su expresión. La anciana deja traslucir claramente su vicio, mediante la mirada perdida y el gesto de la boca entreabierta, así como por su apremiante aferro al lágino.

En medio de este debate, Aristóteles aprovecha la confrontación para oponerse a la estética idealista platónica, desarrollando el concepto de “catarsis”. Para el filósofo el arte podía educar la mente mediante la representación de las debilidades emocionales, reforzando la emotividad y el individualismo. El idealismo clásico de carácter ético y pedagógico es reemplazado por la representación de los aspectos humanos cotidianos. El gusto ha variado, abriéndose las puertas a temáticas que incluyen lo cómico, aterrador, sensual, erótico, grotesco, deforme, burlesco…
La embriaguez de la anciana es llevada al extremo de puro drama grotesco. La personalidad de la anciana, se ve completamente anulada por su vicio, el cual se apodera por completo de ella reflejando claramente su debilidad.
La expresión emocional humana de esta obra es soberbia, haciendo al espectador reaccionar ante la obra con sentimiento de burla, repulsión, empatía, pena…La indiferencia no ha lugar e su contemplación.
Y a ti lector, ¿qué emoción te genera esta obra?