EnEn esta ocasión vamos a dar un paseo por… el conjunto dolménico de Antequera, en Málaga, el cual se conforma de tres tumbas megalíticas de una calidad excepcional. Al norte del municipio, en la zona denominada Campo de los Túmulos se encuentran el Dolmen de Menga y el Dolmen de Viera. La tercera tumba, el Tholos de El Romeral, se ubica unos dos kilómetros al norte de la anterior zona, junto a la carretera A-7283.

MEGALITISMO
La arquitectura megalítica, es la primera gran arquitectura de la prehistoria que emplea grandes piedras para su construcción. Aunque se desarrolló en todo el mundo, las convenciones historiográficas han convenido que el término megalitismo se refiera únicamente a la arquitectura monumental construida en el Mediterráneo occidental y en la Europa atlántica desde el Neolítico hasta la Edad de Bronce.
El paso de una sociedad cazadora-recolectora a una sociedad agrícola-ganadera que se implanta en el Neolítico, supuso una revolución que afectó a todos los ámbitos de la vida. Así, la consolidación de los asentamientos sedentarios humanos provocaron la necesidad de construir una arquitectura de carácter ritual y funeraria asociada a estas sociedades con creencias espirituales complejas.
Respecto a los orígenes del megalitismo existen dos posicionamientos que se contraponen. Así, los occidentalistas afirman que el megalitismo es una tipología constructiva consecuencia de la evolución natural de las técnicas empleadas por las poblaciones autóctonas mesolíticas. Sin embargo, los orientalistas afirman que el megalitismo resulta de la aplicación de modelos originarios del Egeo y del mundo cretense, gracias a la difusión de los mismos a través del Mediterráneo.
En medio de ambas posturas, se sitúan otros investigadores que afirman que la arquitectura megalítica es consecuencia de una fusión entre la arquitectura arquitrabada autóctona y la importación de la falsa cúpula por parte de colonos provenientes del mediterráneo oriental.
En cualquier caso, al margen de las discusiones sobre el origen de la arquitectura megalítica, se puede establecer que existen dos tipologías constructivas fundamentales asociados a la arquitectura megalítica: el menhir, de carácter ritual; y el dolmen, de carácter funerario. Ambas tipologías básicas pueden enriquecerse generando estructuras más complejas y elaboradas. Así, cuando los menhires se colocan formando una línea se les denomina alineamientos, mientras que si estos menhires se instalan formando círculos se les denomina crómlech. De la misma forma, el dolmen se puede enriquecer añadiendo corredores, cámaras y otros elementos que generan estructuras mucho más variadas y complejas. Todas estas estructuras podían decorarse con relieves geométricos que podían estar pintados.
El menhir por lo tanto, se puede considerar la estructura más básica. Para su construcción se portaban grandes monolitos de piedra desde canteras que en ocasiones se encontraban muy alejadas del lugar de implantación. Así, el bloque de piedra era arrastrado sobre troncos por un grupo de personas mediante cuerdas hasta el lugar de implantación donde previamente se había cavado un hoyo profundo. El bloque se hincaba en dicho hoyo, rellenando el vacío restante, de tal forma que el gran bloque quedaba en posición vertical.

Por otra parte, la construcción del dolmen consiste en la colocación de dos grandes monolitos o ortostatos hincados en el terreno, mediante el mismo procedimiento que el menhir. Posteriormente, se generaban dos taludes de tierra contra los ortostatos, creando una especie de rampa por la que se subía la gran losa que se colocaba horizontalmente, generando el espacio interior del dolmen. Estamos por lo tanto frente a la primera arquitectura arquitrabada de la historia. Finalmente, se cubría con tierra lo restante de la estructura generando un túmulo.
Pero además, vemos cómo a esta variedad tipológica de enterramientos megalíticos , se unen otras construcciones contemporáneas que no son megalíticas, como por ejemplo aquellas que aprovechan cuevas o espacios naturales para realizar los enterramientos.
Es curioso observar cómo en ocasiones, las construcciones funerarias más complejas y ricas espacialmente presentan escasos enterramientos, mientras que construcciones mucho más modestas presentan múltiples enterramientos en varias capas, los cuales se corresponden con varias generaciones. En cualquier caso, los enterramientos eran colectivos, lo que puede llevar a afirmar que las sociedades a las que sirven estas construcciones eran igualitarias.
Pero existen otros indicios que llevan a plantear la existencia de sociedades jerarquizadas de élites, ya que no todos los difuntos se enterraban en el interior de la construcción, realizando lo que parece una clara distinción social entre los enterrados al interior y al exterior.
Según esta hipótesis la estructura social en vida se reflejaba en muerte mediante los enterramientos, reservando los espacios más monumentales y de mayor calidad para estas élites. Además, realizar los grandes complejos funerarios suponía un gran esfuerzo técnico y de medios. Así, en ocasiones había que transportar los grandes monolitos desde canteras muy alejadas, empleando gran cantidad de mano de obra y mucho tiempo para su realización, cuya repercusión económica para estas sociedades debía de ser considerable. Este esfuerzo encaja más con una sociedad jerarquizada que con una sociedad tribal igualitaria, en la que las élites disfrutan de unos privilegios que se reflejan en su muerte mediante el tratamiento de su construcción funeraria.
De la misma forma, la variedad tipológica de los enterramientos se extiende al tratamiento de los difuntos enterrados en dichas construcciones. Así, existen casos en los que se han transportado únicamente las partes óseas más grandes del cuerpo como el cráneo, lo que abre varias hipótesis. En otros casos existe desmembramiento del cuerpo del difunto, mientras que en los enterramientos tipo tholos es común la cremación parcial del fallecido.
Además, los enterramientos contienen ajuares funerarios consistentes en objetos de la vida cotidiana de estas sociedades neolíticas y calcolíticas. Así, es común encontrar piezas cerámicas, utensilios, armamento, objetos rituales, simbólicos y de adorno. Al analizar los ajuares funerarios, observamos un hecho que impulsa a pensar nuevamente en la implantación de sociedades jerarquizadas de élites, ya que algunos difuntos aparecen enterrados con objetos de gran lujo, realizados con materiales no autóctonos, cuya obtención era muy difícil en aquella época. Estos casos se dan en cronologías avanzadas del megalistismo, lo que nos puede invitar a pensar que en los orígenes del megalitismo las sociedades fueron más igualitarias, jerarquizándose dichas sociedades según se fueron haciendo más complejas las estructuras de los asentamientos poblacionales.
Frente a toda esta variedad expuesta, debemos reseñar que existe un elemento común que se observa en la mayor parte de los enterramientos: su orientación. La mayor parte de estas construcciones se orientaba al este, lo que ha llevado a los investigadores a pensar que el ritual de la muerte megalítica está asociada a los ciclos solares, lo cual se ha repetido en numerosas culturas de la antigüedad.
CONJUNTO DE DÓLMENES DE ANTEQUERA
La primera aparición del conjunto dolménico malagueño en un texto se remonta a 1530 en una carta del obispo malagueño que entonces ocupaba el cargo. Pero es en 1847, cuando el arquitecto Rafael Mitjana y Ardison realiza la primera monografía sobre uno de los monumentos que componen el conjunto, el dolmen de Menga, titulando la obra “Memoria sobre el templo druida hallado en las cercanías de la ciudad de Antequera”.
Ya el título de la obra nos deja claro que el autor clasifica la construcción megalítica como un edificio de tipología religiosa y no funeraria, atribuyendo su construcción a los celtas. Ello no debe sorprendernos, ya que los investigadores y estudiosos europeos coetáneos del autor consideraban que las obras megalíticas tenían su origen en el pueblo celta. Igualmente, el autor se permitió ciertas licencias a la hora de plasmar el monumento en planos y dibujos. Ello es también herencia de su época, en la que se trataba de enriquecer la realidad, adecuándola a los gustos imperantes o reconstruyendo el origen del monumento bajo hipótesis. No obstante de ello, el trabajo de Mitjana es de una calidad excepcional, siendo un documento de gran interés para los investigadores de épocas posteriores.

De esta forma, vemos cómo las primeras investigaciones se redujeron al Dolmen de Menga, teniendo que esperar hasta principios del siglo XX , cuando los hermanos Viera descubren el dolmen que porta su nombre, y posteriormente el tholos de El Romeral. Es a partir de este momento cuando las construcciones megalíticas de Antequera comenzaron a ofrecer una visión de conjunto como necropilis, siendo investigados y referenciados regularmente en la literatura científica española y extranjera. Así, en el siguiente post trataremos de afrontar las características detreministas de cada construcción que compone este conjunto en Antequera de valor excepcional.