Continuando con un paseo por… el conjunto dolménico de Antequera, en Málaga, nos disponemos a continuación a analizar cada uno de los monumentos funerarios que lo componen.
DOLMEN DE MENGA
El dolmen de Menga, situado en el Campo de los Túmulos, se construyó hacia el 3650 a.C. y se perfila como una de las obras cumbre de la arquitectura Megalítica de la Europa prehistórica.

Se trata de un dolmen de corredor de 27,50 metros de largo, en el que tres espacios se desarrollan longitudinalmente. Así, el espacio de acceso al monumento funerario se realiza a través de un atrio, el cual realiza las funciones de espacio de transición entre el exterior y el corredor interior. Las últimas investigaciones sostienen que el atrio no debió de cubrirse por tierra en origen, aunque existen todavía numerosos interrogantes respecto a este espacio.

Tras el atrio se ubica el corredor, pasillo que servía de acceso a la cámara funeraria, compuesto de ortostatos en ambas paredes y una gran losa que cubre el espacio, la cual queda parcialmente vista al exterior. En uno de los ortostatos de este espacio podemos ver tallados un motivo estrellado y varios cruciformes. Aunque dichos relieves eran muy comunes en estas épocas prehistórica, existen otra línea de investigación que apunta a que el origen de dichos motivos es muy posterior al megalitismo.
La cámara funeraria de gran profundidad presenta forma relativamente ovalada siendo más estrecho en la transición con el corredor que en la cabecera. La transición entre la cámara y el corredor es muy sutil, siendo más perceptible en planta. Al igual que el corredor, el espacio se cierra con ortostatos verticales que se cubren mediante varias losas de piedra, siendo alguna de ellas de gran tonelaje. Existen pequeñas piedras o ripios que rellenan los espacios intersticiales de los ortostatos.

Una de las singularidades de este monumento es el uso de grandes piedras a modo de pilares para la sujeción de las losas de cubrición. De los tres pilares, solamente uno de ellos realiza función estructural, habiendo los otros dos perdido la función de apoyo para las losas.
Otra singularidad de esta construcción es la existencia de un pozo de más de 19 metros de profundidad que se encuentra entre el tercer pilar y la cabecera de la cámara. Se desconoce el origen de dicho pozo, pudiendo derivarse de los trabajos de excavación que realizó Rafael Mitjana y Ardison a finales del siglo XIX.
Por último, constatar que la entrada al dolmen no se orienta hacia el este, tal como sucede con la mayoría de los dólmenes de esta tipología constructiva. En contrapartida, se orienta hacia la Peña de los Enamorados. Dicha anomalía ha abierto diferentes hipótesis con sus consecuentes debates entre los investigadores.
DOLMEN DE VIERA
Al sur del dolmen de Menga, en el campo de los Túmulos, se ubica el Dolmen de Viera, el cual debe su nombre a los hermanos que lo descubrieron y cuya datación cronológica lo sitúa en la segunda mitad del cuarto milenio a.C.

Se trata de un dolmen de corredor, en el que el larguísimo corredor de 19 metros comunica el exterior con la cámara funeraria. El conjunto, orientado al este, se recubre de un gran túmulo que debió llegar a tener hasta cuatro metros de espesor.
Tal como se puede apreciar en la sección arquitectónica de la imagen, el comienzo del corredor ha perdido las losas de cubrición prácticamente en su totalidad, conservándose sin embargo, la mayor parte de los ortostatos de los paramentos verticales. El espacio actual de dicho inicio de corredor difiere enormemente de su espacialidad primigenia, restando un espacio abierto al cielo entre dos taludes de tierra y alejándose de la sensación de recogimiento que aportaban las cobijas y el túmulo de cubrición.

Además, podemos observar la superficie de algunos ortostatos de este espacio cubierta de signos en forma de cazoletas grabadas, cuya representación es típica en el arte esquemático prehistórico.
Aproximadamente la mitad del corredor conserva sus cobijas, las cuales apoyan sobre los ortostatos, volando a ambos lados de los mismos. El espacio es reducido y recogido, presentando una media de 1,30 metros de anchura y 2 metros de altura. Todos los monolitos presentan uniones a hueso, es decir, sin conglomerante de unión entre las piezas, aunque al igual que en el dolmen de Menga se hace uso de pequeños ripios para rellenar los espacios intersticiales.

Al final del corredor se accede a la cámara funeraria, a través de un pequeño vano abierto en el ortostato que separa ambos espacios. La cámara, de pequeñas dimensiones, se cubre por una única cobija, y presenta un hueco practicado en su cabecera. Dicho hueco es consecuencia del vandalismo de saqueadores y buscadores de tesoros, que realizaron excavaciones en la cabecera del dolmen en busca de ajuares funerarios.
THOLOS DE EL ROMERAL
El Tholos de El Romeral se ubica unos dos kilómetros al norte del Campo de los Túmulos, concretamente en el eje que une el dolmen de Menga con la Peña de los Enamorados. Su construcción se remonta a la primera mitad del tercer milenio a.C., por lo que es la construcción más reciente entre las analizadas.

El tholos presenta un largo corredor y dos cámaras consecutivas de planta circular unidas por un paso en continuidad con el corredor anteriormente mencionado. Por lo tanto, se repite la configuración de dolmen de corredor de los dos ejemplos anteriores, aunque aparecen importantes variantes como la existencia de dos cámaras y otras que iremos subrayando a continuación.
El corredor se configura como un espacio adintelado conformado por muros de mampostería y grandes monolitos de piedra en las cobijas. Vemos por lo tanto, que los grandes ortostatos de las otras construcciones se sustituyen en este caso por mampuestos de tamaño pequeño, es decir, piedras que pueden ser acarreadas a mano por una persona. La trabazón de los muros es a hueso, pero desconocemos si en origen se empleó barro que ayudara en dicha trabazón, pudiendo haberse perdido el mismo con el tiempo. Los muros se inclinan hacia el interior del corredor en su parte más alta, lo que altera la espacialidad del corredor, dotándolo de un mayor recogimiento. El espacio previo a la cámara se presenta ligeramente más bajo y el muro de mampostería se sustituye por ortostatos.

La cámara de planta circular se conforma mediante muros de mampostería, unidos a hueso, que suben ligeramente inclinados hasta la línea de las cobijas del corredor, para posteriormente cerrar el espacio mediante la técnica de aproximación de hiladas. Ésta es la principal novedad que presenta este monumento.
El desconocimiento de estas sociedades del sistema del arco y consecuentemente de la bóveda, provocó que utilizaran otros recursos constructivos para cubrir espacios circulares o cuadrados supliendo esta carencia técnica, creando así la denominada falsa cúpula de aproximación de hiladas.
Esta técnica consiste en la superposición de hiladas de mampuestos, volando ligeramente hacia el interior cada nueva hilada a colocar, de tal manera que el espacio se va cerrando poco a poco en altura. Finalmente se coloca una gran pieza monolítica de piedra, denominada clave, generando una estructura estable.

El espacio resultante en este tholos es de una gran belleza, ganando esta cámara amplitud espacial y verticalidad que impulsan al visitante a mirar hacia arriba llenándolo de sensaciones.
El corredor que une esta cámara con la segunda cámara queda elevado unos 70 centímetros, presentando las soluciones ya empleadas en el corredor principal. Así, se levantan muros de mampostería a hueso y grandes ortostatos que sujetan grandes losas de piedra como cubrición.
La segunda cámara reproduce las soluciones técnicas y constructivas empleadas en la gran cámara, en un espacio de dimensiones más modestas. En medio del espacio de esta cámara aparece una losa de unos 20 centímetros de canto, cuya finalidad de instalación nos es desconocida actualmente. Algunos autores han llegado a afirmar que se trataba de un altar de sacrificios, mientras que otros autores lo han asociado a un altar de ofrendas. A día de hoy, no existe ninguna evidencia de ello, considerando que dichos usos está alejados de la realidad calcolítica europea.

En la misma línea, existe controversia al respecto del uso de la gran cámara y la cámara pequeña. Así, existen algunos autores que han afirmado que los difuntos se depositaban en la gran cámara, mientras que el ajuar se alojaba en la pequeña cámara pequeña. No existe tampoco ninguna evidencia de ello. De lo que sí tenemos constancia es que este modelo no es singular, siendo común la presencia de cámaras más pequeñas asociadas a una más grande.
Con estas letras concluimos un paseo por… el conjunto dolménico de Antequera, deseando que el lector se haya acercado ligeramente a las sociedades calcolíticas que poblaron nuestra península.