En el artículo anterior, vimos quién era Heracles y por qué tuvo que enfrentarse a la enorme tarea de realizar los doce trabajos. En esta ocasión, vamos a mirar… los seis primeros trabajos, los cuales se circunscriben al ámbito geográfico griego.
Cuando Heracles se presentó ante Euristeo, éste le fue ordenando trabajos cuya realización veía completamente inviable, pese a lo cual el héroe los fue completando satisfactoriamente de uno en uno.
EL LEÓN DE NEMEA
El primer trabajo que le ordena realizar Euristeo es dar caza al león de Nemea, el cual había sido enviado por Hera para asolar la región y atacar a los hombres y al ganado. El león, nieto de Tifón, era monstruoso e invencible, ya que poseía una piel tan dura que era impenetrable. Heracles intentó matarlo mediante flechas y mediante una maza que talló él mismo del tronco de un olivo. Al no obtener resultado, lo acorraló en una cueva y lo estranguló con sus propios brazos.

Tras su regreso, Euristeo quedó horrorizado de la descomunal fuerza de Heracles, por lo que a partir de entonces le prohibió la entrada a palacio, obligándole a dejar las pruebas de la superación de los restantes trabajos en las puertas de la ciudad.
Este primer trabajo ha sido el más representado en las artes figurativas, quizás porque este primer trabajo aporta a la iconografía del héroe sus atributos básicos. La piel de león se convierte en la armadura del héroe, la cabeza de león en su yelmo y la maza de olivo en su arma. Además estos atributos le servirán para solventar futuros trabajos. El momento más representado en las artes plásticas es la lucha con el león, quedando los acontecimientos previos y posteriores como representaciones anecdóticas en la historia del arte.
En la Antigua Grecia es común que el héroe se encuentre acompañado de otros dioses o compañeros, tal como vemos en la cerámica de la imagen de composición vertical. Heracles es flanqueado por Atenea y su sobrino Yolao, los cuales son los testigos más habituales de su hazaña. A finales del siglo VI a.C., en Ática, se abandona la verticalidad en la composición de la escena en favor de la representación de la lucha horizontalmente, la cual tendrá una gran difusión.

El primer trabajo no fue únicamente el más representado, sino también el que tuvo una mayor continuidad a lo largo de la historia. El paralelismo que existe entre este episodio mitológico y el episodio cristiano de Sansón luchando con el león, permitió su reproducción durante todo el medievo cristiano, existiendo incluso algún ejemplo en el que ambos personajes aparecen juntos luchando contra el león. A partir del Renacimiento, el trasfondo religioso es desplazado por la figuración de la fortaleza, ejemplificando el héroe tal atributo.
LA HIDRA DE LERNA
Tifón y Eduina engendraron la hidra, una serpiente acuática monstruosa de nueve cabezas con aliento venenoso que producía la muerte. Hera la crió desde su nacimiento con el objetivo de dañar a Heracles en un enfrentamiento. El monstruo que habitaba en el pantano de Lerna tenía por costumbre salir al llano y destruir tierras y ganados. Euristeo encargó al héroe que matara a la hidra.
Heracles acude al pantano acompañado de su sobrino Yolao e intenta matarla mediante flechas incendiadas. Posteriormente, intenta matar a la serpiente cortándole las cabezas, pero una nueva cabeza brotaba de cada testa seccionada. Un enorme cangrejo acude en ayuda de la hidra y muerde en el pie a Heracles, pero éste se libra fácilmente de él pisándole. Heracles, con la ayuda de Yolao incendia un bosque cercano y con tizones encendidos provenientes del incendio, Yolao va quemando cada cabeza cortada por Heracles, de tal forma que impidieron que brotaran nuevas. Así, Heracles mató a la hidra y aprovechó su veneno para empapar sus flechas, haciéndolas mortíferas. Al regresar, Euristeo se negó a contabilizar este trabajo, ya que consideraba que había sido ayudado por Yolao.

El segundo trabajo del ciclo es uno de los más representados en la historia del arte, gracias a las posibilidades plásticas de la serpiente de nueve cabezas y del escenario pantanoso. El frontón de la hidra de la Acrópolis de Atenas influenció numerosos trabajos posteriores griegos y romanos. El Renacimiento recupera el episodio convirtiendo a la serpiente en un monstruoso dragón. Posteriormente, el siglo XIX recupera el monstruo de los relatos griegos, tal como reflejó Moreau en sus composiciones, en las que un Heracles apolíneo se enfrenta a la hidra en plenitud de belleza.

EL JABALÍ DE ERIMANTO
Como tercer trabajo, Euristeo ordena a Heracles que le entregue vivo al jabalí de Erimanto. El animal era una bestia que habitaba el monte del noroeste del Peloponeso. Para su captura, Heracles gritó hasta que el animal salió de unos matorrales y comenzó a perseguirlo, guiándolo hasta una nevera. El animal tras quedar agotado, pudo ser atrapado. Heracles cargó el animal en sus hombros y se dirigió a Micenas. Euristeo, al ver llegar a Heracles con el animal, presa del miedo, se esconde en una pithos, enorme tinaja.

Este trabajo no gozó de especial representatividad en las artes plásticas, aunque fue común su representación en la cerámica griega. En estos casos, se prefirió representar el momento de la llegada de Heracles a Micenas cargando el jabalí, mientras el asustado Euristeo se esconde en la pithos. Tal como sucede con otros trabajos, es habitual la representación del héroe flanqueado de otros dioses durante sus hazañas, siendo Atenea su testigo por excelencia.

Posteriormente es extraño su presencia en las artes con independencia del Dodekhatlos. Así, los ciclos completos del héroe permiten la representación de la escena, siendo muy habitual figurar el momento en el que Heracles transporta al animal sobre sus hombros. Zurbarán sin embargo, en su ciclo prefirió realizar una duplicidad representativa. Así, en primer plano expone el momento en el que el héroe se enfrenta al rabioso jabalí, para en un segundo plano relatar la siguiente parte de la historia en la que Heracles se encamina a Micenas con el jabalí.
LA CIERVA DE CERINIA
Como tercer trabajo, Euristeo le ordenó traerle viva a la gigantesca cierva de Cerinia, la cual habitaba en Énoe, en el Peloponeso oriental. La cierva estaba consagrada a la diosa Artemisa y poseía una bella cornamenta de oro.

Heracles que respetaba a la cierva no quiso herirla de ninguna manera y la estuvo persiguiendo hasta que ésta se cansó y pudo prenderla. El héroe estuvo todo un año persiguiendo a la cierva, ya que sus cascos de bronce la hacían inalcanzable. Cuando la atrapó, la cargó sobre sus hombros y se encaminó a Micenas para entregársela a Euristeo, pero por el camino Ártemis, acompañada de Apolo, intentaron arrebatársela. Pero Heracles se justificó argumentando que se veía obligado a cumplir con las demandas de Euristeo, y los dioses le permitieron continuar su camino. Según otra versión, Heracles dio muerte a la cierva y consagró su cornamenta en el templo de Ártemis.
A lo largo de la historia de las artes plásticas la parte de la historia de este trabajo más representada es el momento en el que Heracles da caza a la cierva. Pese a que en una fase final del Arcaísmo griego fue muy popular la representación del encuentro entre Heracles y los dioses Apolo y Ártemis, el instante de la captura prosiguió siendo el instante estrella en las artes. El Renacimiento recuperó el episodio sin gran efusividad.

Lucas Cranach narró la historia en una sola imagen. Así, en primer plano expone la caza de la cierva, mientras que en un segundo plano introduce un bosque en el que integra la larga persecución del héroe sobre el animal. De fondo, una ciudad acaba por hilvanar la historia, la ciudad de la que parte el héroe y a la que retorna con la hazaña completada.
LAS AVES DEL LAGO ESTINFALO
El quinto trabajo consistía en ahuyentar a las aves del lago Estinfalo, en Arcadia. La frondosa maleza que rodeaba el lago favoreció el refugio de las aves, una plaga de tal entidad que cuando volaban ocultaban el sol, lo que malograba las cosechas de la región.
Heracles no conseguía que las aves salieran de la maleza, por lo que Atenea le regaló unos crótalos, especie de castañuelas, de bronce que le había fabricado Hefesto. El héroe los agitó, asustando a las aves, las cuales emprendieron el vuelo abandonado el refugio de la maleza. Entonces, hizo uso de su arco y las fue abatiendo una a una.

Este trabajo es escasamente representado fuera del Dodekathlos. Generalmente se representa al héroe con el arco tensado, dispuesto a abatir a las aves. Es habitual a partir del Renacimiento que las aves se transformen en harpías u otros seres monstruosos, tal como hizo Durero en una de las dos únicas obras mitológicas que pintó. La historia se dotaba así de una mayor tensión, gracias a la presencia de los seres amenazantes.

LOS ESTABLOS DE AUGIAS
Euristeo rabioso por las hazañas del héroe, pretende humillarlo ordenándole la limpieza de los establos de Augias, una tarea totalmente servil. Augias, rey de Élide, poseía muchos rebaños y acumulaba el estiércol sin emplearlo en el abono de los campos, por lo que éstos se encontraban yermos.
El héroe antes de emprender la tarea llegó a un acuerdo con Augias, la estipulación de un salario según algunas versiones o la entrega de la décima parte de su rebaño según otra. Con el trato cerrado, Heracles abrió una profunda brecha en los muros del establo y varió el cauce de los ríos Alfeo y Peneo, de tal forma que las aguas limpiaron a fondo los establos. En este trabajo se quiere resaltar por lo tanto, no solamente la fuerza de Heracles, sino también su astucia.

Según algunas versiones literarias, Augias se negó a pagar lo pactado, lo que provocó que Heracles proclamara la guerra al rey. Además Euristeo arguyó que el trabajo no era válido, ya que lo había realizado en nombre de Augias acordando un precio.
Durante la Antigüedad generalmente se representa el momento en el que el héroe varía el cauce de los ríos, golpeando un monte o colina para desviar sus corrientes. En la Edad Moderna, el episodio no tiene un gran éxito, pero resalta el aspecto simbólico cargado de significado político con el que es empleado. Y es que, si bien en obra pictórica de Zurbarán del Salón de Reinos podemos ver en el héroe la imagen simbólica del rey poderoso y victorioso que libra al país de todo mal, en la obra de Rowlandson palpamos la sátira social hacia una clase gobernante, generadora de inmundicia por su corrupción. El ganado, con cabeza de políticos del momento, protesta mientras un Hércules moderno limpia el establo. Unos sacos con dinero enfatizan el carácter corrupto del gobierno y sus políticos. También en el siglo XIX, Honore Daumier representó el trabajo hercúleo con la misma intencionalidad satírica que Rowlandson.

Con estos seis trabajos, Heracles finalizó los encargos que se reducían al ámbito griego. A partir del séptimo, el héroe deberá viajar por el mundo satisfaciendo las demandas de Euristeo. Desarrollaremos estos últimos trabajos en un próximo artículo.