Tadao Ando es uno de los arquitectos japonés de mayor renombre, y su obra cuenta con un gran reconocimiento internacional. Su arquitectura, mezcla de la expresión del Movimiento Moderno con la tradición japonesa, presenta obras de una sorprendente sencillez, tras la que se oculta una profunda espiritualidad. Esta sensibilidad es evidente, en mayor medida, en sus edificios religiosos.
En este artículo de un paseo por…, vamos a visitar dos icónicos templos cristianos que el arquitecto construyó en su Japón natal. Para comprender mejor estas obras, estableceremos previamente, las características generales de la arquitectura del maestro japonés.
LA ARQUITECTURA DE TADAO ANDO
Mucho se puede hablar sobre la arquitectura de Tadao Ando, y mucho ha escrito el propio arquitecto sobre esta disciplina. Pero quizás, de manera resumida, se pueda afirmar que la obra de Ando se define mediante el material, la geometría y la naturaleza. Estos tres elementos son, según el japonés, los únicos necesarios para la concreción de la arquitectura. Solo con la integración de materiales auténticos, geometría pura y naturaleza domesticada, la obra construida se muestra rica y potente. Con una adecuada manipulación de estos tres componentes, se consigue estimular los sentidos del usuario y fomentar una relación íntima entre hombre y arquitectura.

Capilla sobre el agua. Tadao Ando. 1985-1988. Foto crédito: 準建築人手札網站.
Para potenciar esta sobriedad, utiliza materiales auténticos, sin ornato ni revestimiento, mostrados en estado bruto. Esta manera de proceder es sin duda heredera de la arquitectura tradicional japonesa. El gran protagonista entre los materiales empleados por Ando es el muro de hormigón, puro y auténtico, mostrando sin reservas las marcas propias del encofrado. Este elemento aparece de manera constante en la obra del japonés, y se ha convertido en uno de sus “sellos personales”.
Para Ando, el empleo de la geometría pura es la base de toda arquitectura. El arquitecto selecciona los elementos geométricos de forma muy cuidadosa y los ordena con sencillez, para generar espacios de una gran riqueza y fuerza. La sobriedad es legible desde los primeros bocetos, en los que se evidencia la claridad geométrica del diseño.

Detalle muro de hormigón. Iglesia de la Luz. Tadao Ando. 1989. Foto crédito: hiromitsu morimoto.
Con maestría, Ando define espacios en los que la vacuidad y la serenidad se potencian gracias a estas barreras físicas que controlan, entre otras cosas, el paso de la luz y del aire. El muro de Tadao Ando aísla del exterior, del paisaje, pero a su vez genera y recrea el mundo interior del edificio. Para el arquitecto, el hormigón es el material ideal para conseguir superficies creadas por los rayos de luz. Pese a este empleo masivo del hormigón, la arquitectura de Ando no es ni escultórica ni brutalista, presentando una cualidad de espacialidad inmaterial difícilmente igualable.
Los controlados espacios de Ando se enriquecen gracias a la integración de la naturaleza en la propia arquitectura. El arquitecto japonés impone un orden al aire, la luz, el agua, la tierra, y genera una naturaleza domesticada que trasciende los límites de la materia construida y conforma espacios de gran potencia sensorial.

Presbiterio de la Iglesia de la Luz. Tadao Ando. 1989. Foto crédito: Mith Huang.
El agua y la luz son elementos recurrentes en la obra del japonés. La luz participa del control de los ambientes arquitectónicos, llegando en ocasiones a subliminarlos hasta lo simbólico. Por otro lado, según el propio arquitecto, el empleo del agua responde a una necesidad espiritual que nace de la tradición y los pensamientos japoneses.
DOS IGLESIAS CRISTIANAS CON INFLUJOS ORIENTALES
El arquitecto, que ha diseñado icónicos edificios sacros, muestra un profundo respeto por las distintas creencias religiosas. Sus lugares de culto rezuman espiritualidad y comparten una característica común, un acceso indirecto de carácter procesional. El espacio sagrado no se muestra abiertamente, y su llegada se produce tras una aproximación que prepara al creyente y propicia la introspección, tal como sucede con los templos japoneses.

Planos Capilla sobre el Agua e Iglesia de la Luz. Tadao Ando. Foto crédito: Mutualart Services.
Dentro de su arquitectura templaria existen dos iglesias cristianas que se identifican con dos elementos naturales: luz y agua. Los dos proyectos responden a un meditado estudio sensorial que permite que su visita sea única y memorable.
LA CAPILLA SOBRE EL AGUA
La iglesia es el resultado de la intersección de un cubo y un prisma de 10 y 15 metros de lado en planta, con vistas a un lago artificial. El complejo se cierra con un muro en dos de sus orientaciones y por un frondoso bosque natural en las otras dos.
El visitante, acompañado por el muro exterior, llega finalmente a un discreto acceso ubicado en el cubo. La aproximación al edificio es indirecta, y parece estar más acorde con el pensamiento sintoísta que con el cristiano. Desde este punto, se puede ascender a un espacio aterrazado mediante unas escalinatas dispuestas alrededor del cubo. Este ámbito destinado a la contemplación, se acristala en sus cuatro caras. En su interior, cuatro cruces de hormigón casi unidas por sus brazos, dotan al espacio de un carácter marcadamente simbólico. Se podría decir que esta zona cerrada y abierta a la vez, se muestra como una moderna reinterpretación de la torre-campanario cristiana. Un banco perimetral permite que el creyente conexione espiritualmente con Dios a través de la propia naturaleza.

Muro perimetral en primer plano y acceso y espacio aterrazado en segundo plano. Capilla sobre el agua. Tadao Ando. 1985-1988. Foto crédito: 準建築人手札網站.
Desde esta terraza, el creyente puede nuevamente descender hasta llegar al espacio prismático destinado propiamente a la liturgia. La sobriedad de la sala, carente de decoración, se potencia gracias a la sorprendente visual que presenta su presbiterio, donde un gran ventanal acristalado permite que la naturaleza se introduzca en el espacio sagrado y se convierta en su altar. El cielo y la tierra se funden gracias a la reflexión del agua y presidiendo ambos ámbitos, el arquitecto ubica en medio del lago, una cruz, símbolo por antonomasia del cristianismo.

Vista desde la iglesia del lago, la cruz y el bosque en invierno. Capilla sobre el agua. Tadao Ando. 1985-1988. Foto crédito: Tadao Ando Architects.
La capilla sobre el agua se ubica al norte de la isla de Hokkaido, donde el clima de cada estación es muy variable. Este aspecto no pasó desapercibido al arquitecto, quien quiso hacer partícipe al edificio de dichas alteraciones. Los cerramientos están compuestos de doble muro de hormigón con aislamiento intermedio hasta llegar a los 0,90 metros de espesor. El resto de la envolvente se presenta igualmente aislada, y se dota al edificio de un sistema de calefacción por suelo radiante, haciendo que el templo sea confortable durante el riguroso invierno. Cuando el clima es más benigno, la gran cristalera corrediza se puede retirar, de tal forma que la naturaleza se introduce por completo en el edificio.

Sala de liturgia con el ventanal corrido. Capilla sobre el agua. Tadao Ando. 1985-1988. Foto crédito: 準建築人手札網站.
El manto blanco del invierno, los tonos ocres del otoño, la brisa primaveral y las puestas de sol veraniegas, muestran un paisaje cambiante que altera el edificio. De la misma forma, la variación lumínica entre día y noche, genera un ámbito casi místico donde Dios está siempre presente y en comunión con la naturaleza. La oscuridad nocturna, además, puede alterarse gracias a la iluminación eléctrica, lo que se percibe, al igual que la introducción del lago artificial, como una domesticación de la naturaleza.

Vista del lago y la crus de noche con el bosque de fondo. Capilla sobre el agua. Tadao Ando. 1985-1988. Foto crédito: ume-y.
Los espacios más privativos del templo tienen su cabida bajo la terraza del cuerpo prismático, donde alrededor de un representativo espacio bañado por luz cenital se ordenan distintas salas y aseos.

Zona salas y aseos. Capilla sobre el agua. Tadao Ando. 1985-1988. Foto crédito: 準建築人手札網站.
LA IGLESIA DE LA LUZ
La iglesia, de reducidas dimensiones, es un soberbio ejemplo de la consecución de un efecto espacial máximo con el empleo de medios mínimos. Formalmente, Ando interseca un prisma de hormigón con un muro inclinado 15 grados, para generar dos espacios: un pequeño vestíbulo de acceso y la nave destinada a la liturgia. Esta aparente sencillez formal y programática, encierra en realidad, un complejo estudio sensorial que permite proyectar un edificio de una potente carga espiritual. Así mismo, el empleo exiguo de materiales que exhiben su propia textura potencia el efectismo que desea transmitir el arquitecto.

Detalle intersección muro y prisma de hormigón. Iglesia de la Luz. Tadao Ando. 1989. Foto crédito: hiromitsu morimoto.
El muro inclinado conduce al visitante al interior de la iglesia de una manera indirecta y procesional. Esta característica se refuerza en el interior del templo, gracias al suelo escalonado que conduce hasta el presbiterio, el ámbito más sagrado de la iglesia. Además, al presentar el altar en la zona más baja del templo, el arquitecto enfatiza la idea de humildad cristiana, con Jesús como ejemplo a seguir.

Vista interior. Iglesia de la Luz. Tadao Ando. 1989. Foto crédito: Chris HE
Como colofón, el japonés proyecta una cruz, símbolo cristiano, incisa en el muro tras el altar. Mediante esta abertura, Ando pretendía que la luz y el aire inundaran el espacio interior. Sin embargo, los rigores climatológicos obligaron a disponer vidrios, lo que conllevó la pérdida efectista del viento. Pese a ello, la luz, cargada de un profundo sentido espiritual, genera un efecto sumamente potente en sí mismo que favorece el recogimiento de los fieles.

Detalle cruz en vidrio. Iglesia de la Luz. Tadao Ando. 1989. Foto crédito: hiromitsu morimoto.
El mobiliario refuerza el carácter austero del templo y muestra el compromiso del arquitecto por abaratar al máximo los costes del proyecto. Por ello, para su ejecución se emplearon tablones de cedro procedentes de andamiajes teñidos de negro. Las limitaciones económicas fueron tales que el arquitecto propuso a mitad de obra, prescindir de la cubierta de la iglesia. La empresa constructora se ofreció a asumir los costes de construcción del techado del edificio, lo que permitió que hoy en día podamos disfrutar de la sensación de refugio espiritual que transmite este espacio cerrado cargado de contrates entre luz y sombra.
Tanto la Capilla sobre el Agua como la Iglesia de la Luz tienen el honor de encontrarse entre algunos de los proyectos más representativos del arquitecto japonés. Pese a que su construcción se remonta a los años 1985 y 1989 y, por lo tanto, figuran entre las obras más tempranas de Tara Ando, su modernidad es evidente y su visita no ha perdido ni un ápice de interés para los amantes de la arquitectura.