
En 1935, Edgar Kaufmann encargó a Frank Lloyd Wright el proyecto de construcción de una vivienda unifamiliar en Mill Run, Pennsilvania. El deseo del promotor era ubicar la vivienda enfrentada a la cascada, de tal forma que se pudiera disfrutar de sus vistas. Sin embargo, el arquitecto decidió implantar la vivienda sobre la propia cascada, haciéndole partícipe de la propia vida del río y consiguiendo una relación completamente íntima entre edificación y naturaleza. El resultado fue magnífico, el agua parece brotar de la vivienda, la cual a su vez, parece surgir de la propia tierra. Vamos a dar un paseo por… esta icónica vivienda, exponiendo primeramente las características fundamentales que la definen y condicionan.
LA VIVIENDA BURGUESA AMERICANA
La arquitectura doméstica, especialmente aquella económica, era para Wright el mayor reto al que podía enfrentarse un arquitecto. Así inició su carrera profesional, intentando resolver la problemática de la vivienda americana de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Wright generó las Prairie Houses, y posteriormente en la casas Usonian, viviendas para la clase media, accesibles económicamente y coherentes con su filosofía de arquitectura orgánica.
Su crecimiento profesional aumenta su cartera de clientes, accediendo a ella la nueva burguesía americana. Este sector de la sociedad americana estaba ávido de “villas” acordes a su estatus que reflejaran su posición económica. La Casa de la Cascada es el mayor exponente de su arquitectura en este sentido, una vivienda costosa, lujosa y acorde a esta nueva burguesía. Pese a ello, el arquitecto americano no abandonó en ningún momento su filosofía arquitectónica. La línea horizontal, los planos abiertos, el espacio que fluye entre entre los distintos ambientes, la proporción, los saledizos… están patentes en esta icónica vivienda, ejemplo paradigmático de Wright.

ARQUITECTURA ORGÁNICA, NATURALEZA Y ENTORNO
Durante la dilatada carrera profesional de Frank Lloyd Wright, el arquitecto no dejó de buscar lo que él mismo denominó “arquitectura orgánica”. La teoría de esta filosofía arquitectónica es dependiente de la tradición norteamericana de respeto por el paisaje que deriva de la colonización de los grandes espacios naturales de América del Norte.

Wright entendía la naturaleza de una forma espiritual y mística. Para el maestro norteamericano la relación entre el hombre y la naturaleza era fundamental para el bienestar del primero. En una entrevista de 1957 llegó a afirmar: “Naturaleza se escribe con “N” mayúscula, de la misma manera que Dios se escribe con “D” mayúscula”. Según Wright, el hombre solamente puede adquirir la armonía mediante Dios y la naturaleza. Es básico por lo tanto, que el edificio construido participe de la belleza de ésta y se integre con ella. Si existe un proyecto arquitectónico en el que esta “Naturaleza” está claramente presente, éste es sin duda la Casa de la Cascada. La vivienda participa de la belleza natural que la rodea y envuelve, llegando a fusionarse con ella, lo que permite una relación totalmente íntima entre los moradores de la vivienda y la naturaleza.
De esta forma, esta vivienda es uno de los edificios de la historia de la arquitectura que mejor representa la integración perfecta entre el elemento construido y su entorno. No existe otro lugar en el que implantar esta vivienda, así como no existe otra vivienda que pueda ser implantada en este mismo sitio.

La casa parece nacer o brotar de la propia roca, y no solamente por el hecho de que la roca de la cascada emerge desde la planta sótano hasta planta primera, sino porque ésta se convierte en estructura cuando el edificio así lo requiere. Pero además Wright, da un paso más allá en el integración del entorno, llegando a modificar elementos constructivos o estructurales para respetar elementos naturales existentes. Tal como vemos en la siguiente imagen, el arquitecto modificó formalmente alguna viga para permitir el paso de árboles u otros elementos naturales.

Otro aspecto de la arquitectura orgánica de Wright que favoreció notablemente la integración de la vivienda con el entorno es el empleo de la “planta libre”. Las habitaciones ya no se reducen a el espacio contenido entre cuatro paredes, sino que éstas desaparecen o son sustituidas por mobiliario u otros elementos, generando una gran riqueza en las comunicaciones espaciales internas. Pero esto no se detiene en el interior de la vivienda, sino que se expande hacia el exterior. El cerramiento ya no sustenta la cubierta del edificio, por lo que puede horadarse, generando grandes cristaleras que permiten relacionar el interior con el exterior, creando una relación íntima con el paisaje natural.
HORIZONTALIDAD, VERTICALIDAD Y EMPLEO DE MATERIALES
Sin duda, el elemento que más trasciende al visitante de la Casa de la Cascada es la marcada línea horizontal que generan sus terrazas. Éstas presentan un desarrollo paralelo y perpendicular al río, expandiendo la vivienda en importantes voladizos que favorecen la sensación de horizontalidad. Además, la transparencia y liviandad de las cristaleras unido a el aspecto masivo de los petos de hormigón que las enmarcan refuerzan este carácter. Sin embargo, la chimenea de la vivienda y otros muros adyacentes emergen con una marcada verticalidad que armoniza el conjunto. Estos muros se encuentran revestidos con piedra natural nativa, lo que favorece la asimilación de la vivienda como elemento que brota de la propia tierra. No en vano, son varios los autores que han visto esta vivienda como una metáfora de árbol, en el que el muro de piedra sería el tronco y los petos y salientes de hormigón serían las ramas.

Este binomio se refuerza mediante el acabado que ofrecen los materiales. Así, los elementos de hormigón horizontales presentan un acabado liso, mientras que todos los elementos verticales de piedra nativa muestran un acabado rugoso y en relieve, lo cual favorece notablemente en la asimilación y comprensión de la tectónica del edificio. El empleo de binomios en los materiales de la fachada fue una constante en la obra de Wright, siendo muy evidente en el caso que nos ocupa.
Pero es que además, Wright fue un verdadero maestro en el empleo de los materiales, buscando siempre la sinceridad en los mismos. Ésta era una condición fundamental en su filosofía arquitectónica, afirmando el propio arquitecto que “no es posible la existencia de una arquitectura orgánica, allí donde es ignorada o mal entendida la naturaleza de los materiales“. La piedra, el ladrillo y la madera fueron sus materiales predilectos, pero no por ello dejó de emplear los nuevos materiales que la industrialización había aportado. Generalmente los empleaba en grandes paños ininterrumpidos que quedaban acentuados por elementos claramente horizontales, tal como sucede en la Casa de la Cascada.
Reseñable es que Wright no había empleado el hormigón armado en ninguna de las viviendas que diseñó con anterioridad a la Casa de la Cascada, en la que se vio obligado a recurrir a este material por motivos estructurales. Así se justificó el arquitecto en su autobiografía: “en mi práctica profesional, por primera vez –en lo que a residencias se refiere– he usado hormigón en la casa de la Cascada. Lo he hecho por considerarlo necesario para la construcción del sistema de voladizos que se proyectan desde la ladera”. La solución a los importantes vuelos presentes en el proyecto se encontró en la ejecución de una gran losa nervada.
ANÁLISIS PROGRAMÁTICO DE LA VIVIENDA
Wright fue un verdadero maestro en el tratamiento del espacio interior, generando secuencias que apelan a las sensaciones del usuario. Las transiciones en el espacio nunca se presentan bruscamente, estando completamente estudiadas. Vamos a analizar el espacio generado por el arquitecto en las diferentes plantas de la vivienda.
PLANTA SÓTANO
La planta sótano de la Casa de la Cascada puede considerarse una planta de transición en la que se fusiona la naturaleza y la arquitectura. La vivienda surge de la propia tierra, empleándose la roca natural para cimentar el edificio. Aquellas zonas en las que la vivienda no apoya directamente en la roca se apoyan en una serie de muros que recogen las cargas y las transmiten a la roca de la cascada.

En esta planta se ubica la bodega de la vivienda, cuyas condiciones térmicas son óptimas para la conservación del vino. Junto a la bodega se encuentra la sala de calderas, la cual se separa del programa propiamente habitable de la vivienda, evitando así posibles molestias.

Sin duda, el protagonismo en esta planta lo toma el río, el cual corre hacia la cascada en perpendicular a los muros. La escalera suspendida se configura como elemento de transición entre lo natural y lo construido. Paralelamente al río se dispone una piscina de inmersión, cuyos muros de piedra la integran completamente en el entorno natural. Dicha piscina cuenta con sus propias escaleras de acceso a una de las terrazas de planta baja.
PLANTA BAJA

La planta baja recoge las estancias comunes del programa de la vivienda. El acceso se realiza desde un camino natural trasero que se encuentra parcialmente cubierto. Era práctica habitual del arquitecto americano que el acceso a la vivienda no fuese evidente, éste debía ser descubierto, tal como una puerta que abre un tesoro. Una celosía de hormigón enmarca el espacio de entrada y realiza la transición del espacio exterior al interior.

En esta planta es donde puede observarse de forma más clara el concepto de planta libre de Frank Lloyd Wright. El salón ocupa prácticamente la totalidad de la planta y más allá de quedarse constreñido a cuatro paredes contenedoras, se expande y crece de forma orgánica. Sus límites se desdibujan y la fluidez es total gracias a espacios transitorios y permeables. El mobiliario se transforma en elementos divisorios, los techos cambian de altura generando ambientes y el espacio exterior dialoga con el interior gracias a los ventanales, los aleros proyectados y las terrazas.

En este espacio no puede faltar la chimenea, cuyas connotaciones simbólicas de hogar son herencia de la arquitectura de los pioneros colonos norteamericanos. Este elemento constructivo siempre ha estado muy presente en las viviendas de Frank Lloyd Wright. Además, la presencia de la roca natural le proporciona el concepto de arraigo a la tierra, muy representativo de la vida del colono norteamericano. Tectónicamente, la chimenea se configura como una pieza fundamental para la volumetría del edificio, tal como se ha mencionado anteriormente.

El programa en esta planta se completa con una cocina, que se ubica junto a la chimenea y cuenta con un acceso independiente al exterior y a la bodega de planta sótano, y otros espacios auxiliares como un ropero que da servicio a la entrada.
PLANTA PRIMERA
El programa de la planta primera se compone de tres dormitorios, tres baños, terrazas y pasos de comunicaciones. En planta la distribución presenta forma cruciforme, configuración muy empleada en las plantas de las viviendas de Wright. Por otro lado, el diseño continúa con la filosofía empleada en planta baja.

Desde el salón de planta baja se asciende a planta primera por una escalera que posteriormente se desdobla para dar acceso a los dormitorios de la familia y al dormitorio de huéspedes. De esta forma, lograba independizar la zona familiar de la de invitados, aunque los espacios están contiguos y en la misma planta.
Cada dormitorio cuenta con baño y acceso directo a una terraza exterior, lo que favorece la integración de los espacios interiores de la vivienda con la naturaleza exterior. Lo puramente natural sigue estando presente en esta planta, ya que la roca emerge por la parte trasera de la vivienda. Wright aprovecha esta formación natural para apoyar una de las terrazas del edificio a través de tres vigas que penetran en la roca natural. Nuevamente la estructura construida se fusiona con el terreno natural, logrando la integración estética y estructural.

PLANTA SEGUNDA

En la planta segunda el programa se reduce a un despacho y una alcoba auxiliar al mismo. Ambas habitaciones quedan unidas por una galería acristalada que se abre a la terraza superior. El despacho además, cuenta con un acceso propio a la terraza inmediatamente inferior.

Los materiales empleados en el interior son los mismos que aquellos empleados en el exterior, el binomio hormigón-piedra, lo que proporciona gran coherencia en el proyecto. El mobiliario de las estancias está diseñado con cuidado y pensado para cada espacio. Los radiadores poseen rejillas superiores liberando su frente, lo que permite instalar aprovechar ese paramento. Las mesas en ocasiones dividen espacios generando diferentes ámbitos, tal como sucede en el salón de planta baja, separando una zona de lectura de una de estar. Así, podríamos continuar señalando los incontables detalles de la esta espléndida vivienda. Como ejemplo ilustramos el lavabo del baño del dormitorio principal y la chimenea del dormitorio del hijo, ambos en planta primera.


La construcción de la Casa de la Cascada finalizó en 1937. Al morir el matrimonio Kaufmann, su hijo donó la vivienda a la Western Pennsylvania Conservancy, la cual la abrió al público en 1964. En 2019, este icono de la arquitectura fue declarado Patrimonio de la Humanidad, y a día de hoy sigo sorprendiendo por su belleza.